Miguel De los Santos Vílchez

DEPORTISTAS OLÍMPICOS Y PARALÍMPICOS ANDALUCES

Miguel De los Santos Vílchez
Málaga

Miguel De los Santos Vílchez

09.08.1973

Estepona (Málaga)

1
Juegos OlímpicosDeporteCategoríaPrueba
Resultado
1996 Atlanta (EE.UU.)AtletismoMasculina110 m vallas
Puesto 46


Biografía de Miguel De los Santos Vílchez

El único vallista corto olímpico del atletismo andaluz nació el 9 de agosto de 1973 en Estepona, localidad malagueña en la que comenzó su carrera deportiva pese a la carencia de infraestructuras deportivas propicias que hubo de superar para crecer hasta alcanzar sus metas. Es el mayor de los tres hijos –luego vendrían Sergio y Ana– que tuvieron sus padres, Miguel y Luisa.

Dotado de un físico privilegiado para la velocidad, de notable fortaleza, altura –1,87 metros de estatura y 70 kg de peso en forma– y envergadura, fue un atleta puntero durante la década de los 90 en el ámbito nacional de las vallas, prueba de lo cual sus marcas personales siguen destacadas en el ranking español de todos los tiempos, no en vano los 13.68 logrados el 14 de agosto de 1999 en el CAR de Sierra Nevada y los 7.74 obtenidos el 13 de febrero de 2000 en San Sebastián representan las undécimas mejores marcas históricas en 110 metros y 60 metros vallas, respectivamente.

Sin embargo, con nuestro protagonista siempre cabrá la duda de si logró explotar todo el potencial que sus condiciones físicas proclamaban. Y ello, sin restar un ápice de mérito al enorme esfuerzo que su descubridor y entrenador, Luis de la Haza, y el propio atleta llevaron a cabo por llegar a la elite entrenando en una localidad sin instalaciones atléticas. Como curiosidad y claro exponente de este hecho, cabe recordar las vivencias narradas por su hermano Sergio, en las que relata la realización de series de vallas en la carretera –con la consiguiente retirada e interrupción cada vez que un coche circulaba– o en el borde de la piscina municipal, a modo de calle de atletismo.

Circunstancias y experiencias que fueron modelando a este chico, tranquilo y amable, que empezó a practicar atletismo en 1987, una vez efectuó el tránsito de la educación primaria –realizada en el Colegio Santo Tomás de Aquino– a la secundaria –en el IES Mediterráneo.

Durante ese primer año de práctica, Miguel participó en su primera competición oficial, el Campeonato de Andalucía infantil, la primera de muchas presencias en eventos promocionales que fueron moldeando al atleta hasta que en 1990, con 16 años, ofreció los primeros grandes indicios de calidad en términos de resultados al ser seleccionado para participar en la Gimnasiada, una competición internacional polideportiva de primer nivel reservada a estudiantes de edades inferiores a los 18 años y que en 1990 se celebró a finales de mayo en la ciudad belga de Brujas. En clave atlética, equivaldría al actual Campeonato del Mundo juvenil –por entonces inexistente– y, en ella, Miguel logró la 5.ª posición en la final de 110 metros vallas.

Ya en la categoría júnior, en 1991 se proclamó campeón de España en Alcobendas (Madrid) y participó en el Campeonato de Europa, celebrado en Salónica (Grecia), donde alcanzó la 30.ª posición, siempre en 110 vallas.

Pero el año que significó un antes y un después en la vida deportiva del esteponero fue el de 1992. Mientras toda España focalizaba su atención en los Juegos Olímpicos de Barcelona, Miguel revalidaba en Málaga el título nacional de 110 vallas –hacía doblete, ya que en el certamen en sala, en Oviedo, se había hecho con la medalla de oro en 60 vallas– y se hacía un hueco entre los grandes del futuro al disputar el 18 de septiembre de 1992 nada más y nada menos que la final del Campeonato del Mundo júnior, en el Estadio Olímpico de Seúl, llegando en 8.º lugar (14.58) de los 110 vallas a no mucha distancia del campeón, Yevgeniy Pechonkin, del Equipo Unificado.

Aquel éxito motivaría la concesión de una beca por parte de la Real Federación Española de Atletismo para que Miguel se trasladase a la Residencia Joaquín Blume de Madrid y entrenase en las instalaciones del Consejo Superior de Deportes, aunque antes pasó una última temporada (1992-1993) en su Estepona natal, iniciando en Málaga la vida universitaria, aunque en una carrera, Derecho, que pronto demostró no ser la de Miguel. Él quería hacer Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y su ilusión se hizo realidad a partir de septiembre de 1993, cuando se instaló en la Blume de Madrid y se matriculó en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en la Universidad Politécnica. Estancia en Madrid y estudios universitarios fueron casi de la mano, pues el vallista andaluz residió en la capital de España hasta septiembre de 2002 y en 2003 obtuvo la licenciatura al aprobar la última asignatura, ya viviendo de nuevo en Estepona.

Deportivamente hablando, los casi diez años que nuestro protagonista vivió en Madrid supusieron la constatación de gran parte de las esperanzas que los técnicos habían depositado en él cuando le concedieron la beca, aunque los primeros años fueron de cierto desentendimiento con la federación puesto que el atleta quiso seguir bajo la tutela de Luis de la Haza, mediante entrenamiento a distancia, circunstancia que no era del agrado del estamento federativo. Finalmente, tras cuatro temporadas con este planteamiento, en 1998 Miguel de los Santos tuvo que ceder y pasar a las manos de un nuevo entrenador en la capital, Luis Miguel Calderón, con el que nunca tuvo la complicidad y afinidad de la que disfrutó con Luis.

A la llegada a Madrid, el andaluz cambió de club y fichó por la AA Moratalaz, el Larios, con el que viviría la época dorada de la entidad madrileña, contribuyendo a sus tres títulos de campeón de Europa de clubes –Málaga 1994, Villa Real de San Antonio 1995 y Estambul 1996– y a un subcampeonato –Moscú 1998.

Individualmente, Miguel de los Santos cubrió con sobresaliente sus tres años como promesa, ganando en España cinco de los seis títulos de campeón nacional en juego. En pista cubierta (60 vallas), se alzó con las tres medallas posibles –Zaragoza 1993, Zaragoza 1994 y San Sebastián 1995–, mientras que al aire libre (110 vallas) se impuso en Alcorcón 1993 y Vitoria 1995 y fue medalla de plata en Tarragona 1994. Pero, ¿y como absoluto?

El andaluz empezó a competir en el Campeonato de España de la máxima categoría en 1993, con 20 años, iniciando esa misma temporada su particular cosecha de medallas, la cual que se cifra en 16 metales en pruebas de vallas: 9 de plata y 7 de bronce. En pista cubierta alcanzó la medalla de plata en Valencia 1997, Sevilla 1998, Sevilla 1999 y San Sebastián 2000, y la de bronce en Sevilla 1994, Valencia 1995, San Sebastián 1996 y Sevilla 2002. En el Nacional al aire libre, llegó segundo en Gandía 1993, Madrid 1995, Málaga 1996, San Sebastián 1998 y Sevilla 1999, y tercero en Barcelona 2000, Valencia 2001 y Salamanca 2002. Regular como pocos, siempre se topó con un rival algo más rápido, fuese Carlos Sala, Antonio Lanau, Jesús Font, Francisco Javier López, Hipólito Montesinos o Javier Vega, que le privaron de una medalla de oro en vallas que bien hubiera merecido.

Eso sí, su notable velocidad siempre le facultó para brillar en pruebas llanas y ello le permitió obtener dos veces el triunfo en el Campeonato de España al aire libre, formando parte del relevo del AA Moratalaz-Airtel campeón en Sevilla 1999 y Barcelona 2000. Además, en San Sebastián 1998 y Valencia 2001, llegó a la final de 200 metros y terminó en 4.º lugar, quedándose a las puertas de haber sido el primer vallista español en pisar el podio en 110 y 200.

Tantos años destacando en la primera escena nacional llevaron a Miguel a ser internacional absoluto en 16 ocasiones. El debut con el equipo nacional se produjo en el Campeonato Iberoamericano de 1994, celebrado en el Estadio Teodoro Bronzini de Mar del Plata (Argentina) y saldado para el andaluz con la medalla de bronce en 110 vallas, prosiguiendo con la participación en dos Universiadas –26.º en Fukuoka 1995 y 13.º en Palma de Mallorca 1999–, el Campeonato de Europa en pista cubierta de Valencia 1998 –puesto 26.º en 60 vallas– y cuatro brillantes titularidades representando a España en la Copa de Europa, actual Campeonato de Europa por Equipos Nacionales. Con el equipo español militando en la Superliga, compitió en Lille 1995 (7.º en 110 vallas), Madrid 1996 (4.º) y Múnich 1997 (5.º) y, estando en la Primera División, actuó en Atenas 1999 (4.º).

Pero, por encima de todo ello, destaca en la biografía de Miguel de los Santos la participación en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. Gran momento de su carrera deportiva, pese a su exigüidad, cuando el 28 de julio saltó a la pista del Estadio Olímpico del Centenario para disputar la quinta serie de la primera ronda de los 110 metros vallas, carrera que ganó el luego campeón olímpico, el americano Allen Jonson (13.66), y que Miguel concluyó en 6.º lugar, con un tiempo de 14.01, a solo 19 centésimas del tercer clasificado. Accediendo a cuartos de final los tres primeros de cada carrera y los ocho mejores tiempos restantes, el registro del andaluz, el 46.º mejor de los 61 atletas clasificados, fue insuficiente para avanzar a la siguiente ronda.

En las temporadas de 1999 y 2000, De los Santos alcanzaría sus mejores registros personales, como ha quedado indicado en la introducción de esta síntesis, y sumaría a las internacionalidades ya relacionadas cuatro presencias en bilaterales y triangulares, aunque no así la ansiada participación en el Campeonato del Mundo al aire libre de 1999 en Sevilla, evento que le despertaba especial ilusión y para el que alcanzó la marca mínima dos días después de haber vencido el plazo establecido por la IAAF para formalizar las inscripciones. Una vez más el bravo atleta andaluz se quedaba a las puertas del Mundial absoluto, como ya sucediera en Gotemburgo 1995, cuyas circunstancias, por anecdóticas, recogemos en el capítulo de Recuerdos de 341 Historias de Grandeza.

Llegamos así a 2002, temporada que trajo consigo numerosos cambios para el malagueño. Fichó por el entonces mejor club nacional, el Puma Chapín Jerez, con cuyos colores participó en la Copa de Europa de Clubes, celebrada ese año en Lisboa (Portugal) y donde con su papel en 110 metros vallas contribuyó a la 5.ª plaza del equipo andaluz en el debut en esta competición. Asimismo, Miguel obtuvo las dos últimas medallas en el Campeonato de España. El 16 de febrero, en el Palacio de los Deportes San Pablo de Sevilla, subía por última vez al podio del Nacional en sala y el 20 de julio hacía lo propio en la versión al aire libre, en las Pistas El Helmántico de Salamanca. Y, por último, a punto de concluir la campaña, en septiembre de 2002 nuestro biografiado cerraba un ciclo haciendo las maletas para regresar a Estepona, abandonando Madrid.

El retorno a su tierra vino determinado, entre otras cosas, por el deseo de Miguel de buscar un futuro profesional alejado del atletismo. Así, en 2003, comenzó a preparar las oposiciones a bombero, lo cual conllevó que, poco a poco, su dedicación a los entrenamientos fuera in descendo. No obstante, con los colores de su nuevo equipo, el CA Benacantil Puerto de Alicante, ese año aún participó en el Campeonato de España en pista cubierta de Valencia –sin lograr acceder a semifinales– y en todos los compromisos de la Liga de Clubes.

En 2004 y 2005 la carrera deportiva del esteponero se circunscribió al ámbito regional una vez que, en el primero de los dos años, aprobó la plaza en el cuerpo de bomberos del Ayuntamiento de Marbella y empezó una vida laboral que ya resultaba incompatible con el atletismo de alto nivel.

Por tanto, a finales de 2005, el olímpico cerró su etapa atlética, si bien, luego de diez años alejado de las pistas, retornó al tartán en 2016 con los colores del Club Atletismo Estepona con idea de preparar la participación en los dos grandes eventos internacionales para veteranos que España albergó en 2018: el Campeonato de Europa en pista cubierta, en Madrid, y, fundamentalmente, el Campeonato del Mundo en Málaga, si bien no pudo llegar en su mejor forma a dichas citas. Ya más como ocio que otra cosa, Miguel sigue aún compitiendo y de hecho acudió al Nacional para veteranos celebrado en Antequera en marzo de 2020, logrando sendas sextas plazas en 60 y 200 metros lisos.

Por lo demás, continúa residiendo en Estepona con su mujer, Inmaculada, y sus dos hijas, Irati y Elaia.

Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 2 de noviembre de 2020