Miguel Ángel Gómez Campuzano

DEPORTISTAS OLÍMPICOS Y PARALÍMPICOS ANDALUCES

Miguel Ángel Gómez Campuzano

Miguel Ángel Gómez Campuzano

24.04.1968

Mairena del Alcor (Sevilla)

1
Juegos OlímpicosDeporteCategoríaPrueba
Resultado
1992 Barcelona (España)AtletismoMasculina200 m
Puesto 34


Biografía de Miguel Ángel Gómez Campuzano

Considerado uno de los mejores velocistas del atletismo andaluz de todos los tiempos, nació el 24 de abril de 1968 en Mairena del Alcor (Sevilla), aunque pronto, a la edad de 6 años y junto a su familia, se trasladó a Sevilla, concretamente al barrio del Tardón, por necesidades laborales de su padre. Precisamente fue su padre quien desde un principio se convirtió en su mejor amigo, dirigente y entrenador debido a su amor por el deporte y a su convicción de que la práctica deportiva es el mejor vehículo para educar en valores a jóvenes y adolescentes.

En los años de infancia, Miguel Ángel practicó diferentes modalidades deportivas, como la natación, el balonmano, el tenis y el atletismo, destacando sus facultades sobre las de sus compañeros en el Colegio Público Romero de la Quintana. Sin embargo, el futuro deportivo de nuestro protagonista estaría en el atletismo y su padre lo sabía. Conocedor de las capacidades de su hijo y cuando este tenía 11 años, lo puso en manos del entrenador sevillano Joaquín Muñoz Molina, quien le inició –en el marco del Club Promoción de Sevilla– en el atletismo de manera global, pues igual corría que saltaba, si bien sus marcas ya delataban su talento para las carreras cortas.

La fe en las facultades de Miguel Ángel en este tipo de carreras llevó a su entorno a tomar la decisión de que debía entrenar con un especialista del sector de la velocidad como, en aquella época, era el sevillano José Luis Montoya Sánchez, entrañablemente conocido en el mundillo atlético como el Turco. Esta apuesta por la especialización determinó que el mairenero comenzase a lograr marcas relevantes y puestos destacados en la categoría cadete y luego en la juvenil, tanto al aire libre como en pista cubierta, en campeonatos de Andalucía y de España, en pruebas como 110 metros vallas, 300 metros vallas, 200 metros y 60 metros vallas, durante las temporadas de 1985 y 1986.

Detengámonos en esta última, pues ese año, a la edad de 18, la Real Federación Española de Atletismo le concedió una beca para formar parte de la nómina de atletas concentrados de la Residencia Joaquín Blume de Madrid bajo la dirección técnica de Manuel Pascua Piqueras, hecho que acarrearía un nuevo salto de calidad del andaluz al entrenar en un entorno más competitivo, aunque sin encontrarse del todo cómodo debido a la lejanía de su familia y amigos. Ese año de 1986 le fue concedido el Premio Andalucía de los Deportes.

La reseñada incomodidad, a pesar del evidente progreso mostrado en Madrid, le llevó a finales de 1989 a tomar la decisión de volver con los suyos, de vivir en Mairena del Alcor y entrenar en Sevilla a partir de ese momento con el técnico sevillano Pepe Lorente.

Y afirmamos que el progreso fue evidente pues durante su estancia madrileña Miguel Ángel escribió en su palmarés los primeros dos títulos nacionales absolutos en 200 metros –en el Campeonato de España en pista cubierta de 1988, en Valencia, y en el Campeonato de España al aire libre de 1989, en las pistas de Montjuich, en Barcelona– y debutó internacionalmente en el Campeonato de Europa en sala de 1988, en Budapest (Hungría), donde acabó 14.º en 200 metros. Pero en Sevilla, Miguel Ángel encontró el equilibrio que buscaba entre la vida “de calle” y la vida deportiva, pues la alianza entre Pepe Lorente y el atleta fue armoniosa y perfecta. Un dúo que disfrutaba entrenando y preparando cada competición y que ofreció una temporada 1991 primorosa.

Ya decantado hacia la prueba de 200 metros –su punta de velocidad y capacidad de resistencia le hacían muy eficaz en esta distancia–, el velocista andaluz se exhibió ante su público en el Palacio de los Deportes San Pablo firmando, en la temporada bajo techo, la medalla de oro en el Campeonato de España y la 5.ª plaza (21.29) en el Campeonato del Mundo, resultado este que disfrutó mucho y que tuvo un gran eco en la ciudad e incluso en el país, convirtiéndole en la auténtica revelación española y en punto de referencia durante los tres días que duró el magno evento en Sevilla.

Para prolongar el deleite de la campaña en sala, en la temporada al aire libre el sevillano acudió a los Juegos Mediterráneos de Atenas 1991, donde se alzó con la medalla de plata en 200 metros –parando el cronómetro en la final del 10 de julio en 20.76, su mejor marca de siempre y la actual 14.ª mejor marca española de todos los tiempos– y en relevo 4×100, formando equipo con Juan Jesús Trapero Hidalgo, Luis Turón Juvanteny y el también andaluz Enrique Talavera Rubio.

Asimismo, participó en la Copa de Europa B llevada a cabo en Barcelona contribuyendo al ascenso del equipo español a la primera división y, para rematar el espléndido año, debutó en el Campeonato del Mundo al aire libre, celebrado en Tokio (Japón) –compitió por tanto en los dos mundiales–, siendo titular en el relevo corto nacional, junto a su paisano Luis Rodríguez Fernández, Juan Jesús Trapero y Enrique Talavera. Cuarteto que resultó eliminado (39.52) en la primera ronda y que ocupó la 12.ª posición final.

Llegó así nuestro biografiado al año olímpico de 1992, en la cúspide de su carrera y, por tanto, en las mejores condiciones para ser el representante español en la prueba de 200 metros en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, ocupando la plaza asignada de oficio al país anfitrión. Durante esa temporada no hizo sino confirmar su dominio nacional del doble hectómetro –medalla de oro (21.17) en el Campeonato de España al aire libre, en Valencia– y su buen nivel internacional –5.º (21.53) en el Campeonato Iberoamericano celebrado en Sevilla–, por lo que con total justicia fue elegido para participar en los Juegos, en los que debutó el 3 de agosto siendo 5.º (de 7) en la serie 2 de primera ronda y clasificándose por tiempos –7.ª y última marca (21.46)– para los cuartos de final. En dicha fase, acabó 8.º y penúltimo (21.32) en la 4.ª serie y fue eliminado –se clasificaban los 3 primeros y un tiempo. Concluyó en el 34.º puesto entre 79 participantes, siendo el vencedor de los 200 metros el estadounidense Mike Marsh.

Tras estos Juegos y la maravillosa experiencia de haber competido en su país, Miguel Ángel afrontó el año 1993 con más entusiasmo e ilusión que nunca, con vistas a desfilar una vez más en una ceremonia de inauguración olímpica, en este caso la de Atlanta 1996. Sin embargo, el infortunio se cruzó en su camino cuando el 6 de abril de 1993, con 24 años, un accidente de moto le quitó la vida –y a su acompañante– en la población onubense de Aroche y privó al atletismo español y andaluz de un atleta que aún debía haber dado lo mejor de sí mismo.

Corta, intensa y fructífera carrera deportiva –a través de los clubes Promoción Sevilla, Náutico Sevilla, ADAS Cruzcampo, Kelme y Atletismo Chapín Jerez– por la que el Ayuntamiento de Mairena del Alcor le erigió una estatua de bronce en la entrada al pabellón municipal que lleva su nombre y que el propio deportista inauguró el 24 de abril de 1992, antes de la celebración de un partido de baloncesto entre el Caja de Ronda y el Caja San Fernando, con lleno absoluto, y a título póstumo le concedió la Medalla de Oro de la Villa. Amén de ello, su recuerdo permanece en el atletismo a través de la carrera urbana mairenera denominada Memorial Miguel Ángel Gómez Campuzano y el Gran Premio Gómez Campuzano de Sevilla, entre otros.

Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 4 de noviembre de 2020