María José Rienda Contreras

DEPORTISTAS OLÍMPICOS Y PARALÍMPICOS ANDALUCES

María José Rienda Contreras
Granada

María José Rienda Contreras

29.06.1975

Granada

5
Juegos OlímpicosDeporteCategoríaPrueba
Resultado
1994 Lillehammer (Noruega)Esquí alpinoFemeninaSupergigante
Puesto 29
1994 Lillehammer (Noruega)Esquí alpinoFemeninaGigante
Puesto 21
1994 Lillehammer (Noruega)Esquí alpinoFemeninaEslalon
No terminó
1998 Nagano (Japón)Esquí alpinoFemeninaGigante
Puesto 12
1998 Nagano (Japón)Esquí alpinoFemeninaEslalon
Puesto 14
2002 Salt Lake City (EE.UU.)Esquí alpinoFemeninaGigante
Puesto 6
2002 Salt Lake City (EE.UU.)Esquí alpinoFemeninaEslalon
Puesto 15
2006 Turín (Italia)Esquí alpinoFemeninaSupergigante
Puesto 37
2006 Turín (Italia)Esquí alpinoFemeninaGigante
Puesto 13
2010 Vancouver (Canadá)Esquí alpinoFemeninaGigante
Puesto 38


Biografía de María José Rienda Contreras

Cuando el 15 de abril de 2011 María José Rienda escribió el último renglón de su relato deportivo, un capítulo de la historia de los deportes invernales en España se cerró tras de sí. Un capítulo que, al igual que el precedente, el de Blanca Fernández Ochoa, se titula por el nombre de su única protagonista, el de la granadina, una deportista de grandes valores personales –sacrificada, apasionada, luchadora, amigable y respetuosa– puestos al servicio de una grandísima capacidad de trabajo y de un carácter competitivo excepcional, cualidades que le permitieron superar a rivales centroeuropeas quizás con más talento congénito.

Artífice de una extensísima singladura en el esquí alpino –23 años desde que debutó en la Copa de Europa–, María José fue el indiscutible icono nacional de los deportes blancos en el cambio de siglo, creando una identidad propia a base de triunfos –seis– en la Copa del Mundo (récord español), el certamen en el que mejor expresó su contumaz regularidad por encima de los Juegos Olímpicos y campeonatos del mundo, en los que no obtuvo la recompensa deseada.

Pese a todo, su presencia en cinco Olimpiadas la convierten en la deportista española con más participaciones, junto a María Peláez y Arantxa Sánchez Vicario, compartiendo con la nadadora malagueña la condición de plusmarquista absoluta en el ámbito andaluz. Asimismo, su diploma en Salt Lake City 2002 permaneció hasta la medalla de bronce de Regino Hernández en 2018 como la mayor distinción del deporte andaluz en los Juegos Olímpicos de Invierno.

Nacida el 29 de junio de 1975 en Granada, la infancia de la Reina de las Nieves, como le llamarían en su eclosión deportiva, discurrió junto a sus padres –Rafael y María Rocío– y hermanos, Raquel (1976) y Daniel (1980), a las faldas del que, por circunstancias de la vida, sería su nuevo hogar: Sierra Nevada. Sucedió en 1984 a raíz de que su padre, desempleado, recibiese y aceptase el puesto de portero en el edificio Kilimanjaro en la entonces llamada Urbanización Solynieve, actual estación de esquí de Sierra Nevada. Aunque la distancia a la capital granadina es de solo una treintena de kilómetros, aquella decisión, por la sinuosidad de la carretera, la altitud, el clima y la escasa población del núcleo de montaña, supuso un drástico cambio de vida, y, en el caso de nuestra protagonista, el feliz descubrimiento del esquí.

María José, con 9 años, trasladó su formación académica al Colegio Público Sierra Nevada y comenzó a disfrutar, junto a sus escasos compañeros, de la singular asignatura de Educación Física, consistente en subir a las pistas para esquiar bajo la tutela del Club Monachil, su club de toda su vida. Con solo un año de práctica empezó a acudir a competiciones de la mano de Paco Benavente y Pablo Ruiz de Almirón, entrenadores de su primera etapa, y se reveló como una promesa, motivo por el que estuvo sometida a un seguimiento por parte de los técnicos de la federación española.

En esta línea evolutiva, cuando contaba con 13 años se produjo un primer ofrecimiento para formar parte del equipo nacional infantil, lo cual comportaba marchar interna a un colegio de Jaca. Desestimada por sus padres esta oferta, debido a su escasa edad, el triunfo en el Campeonato de España infantil celebrado en Andorra en la siguiente temporada volvió a plantear el debate y esta vez sí, nuestra protagonista, con 14 años, se incorporó al equipo nacional, si bien concentrada en el Centro de Alto Rendimiento de San Cugat del Vallés (Barcelona). De esta forma, comenzaba toda una vida en el alto rendimiento, repleta de competiciones y concentraciones lejos de casa, aunque sobrellevando la lejanía de los suyos durante varios años con la compañía de su hermana Raquel, otro diamante en bruto en el que, algunos técnicos, llegaron a ver incluso mejores cualidades que en María José.

El acceso al equipo nacional trajo consigo el debut internacional de nuestra esquiadora en la Copa de Europa y pruebas FIS (Federación Internacional de Esquí) durante la temporada 1989-1990. Posteriormente, su primer gran campeonato fue el Mundial júnior de 1992, llevado a cabo en Máribor (Eslovenia) en el mes de febrero y donde obtuvo discretos resultados: 26.ª en combinada, 50.ª en descenso, 40.ª en supergigante, 39.ª en gigante y 40.ª en eslalon. El siguiente peldaño importante llegó en la importantísima campaña 1993-1994, en la que, con 18 años, debutó en la Copa del Mundo –el 2 de febrero de 1994, un descenso en Sierra Nevada– y fue seleccionada para participar en sus primeras Olimpiadas, Lillehammer 1994.

En la sede de Hafjell, de la que María José recuerda el intenso frío que padeció y el extraordinario ambiente con todos los esquiadores alpinos allí reunidos, la andaluza se lanzó ladera abajo por primera vez el 15 de febrero, en la prueba de supergigante, que concluyó en el 29.º puesto, a 2.50 de la americana Diann Roffe, que ganó la medalla de oro. Más adelante, compitió en gigante –ganó la italiana Deborah Compagnoni y ella acabó 21.ª– y al día siguiente, el 26 de febrero, cerró los Juegos cayendo en la primera manga del eslalon.

Tras el debut en la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos, la progresión de la esquiadora andaluza continuó firme, pausada pero constante, pese a las controversias surgidas en el siguiente ciclo olímpico con algunos entrenadores del equipo nacional que María José pudo superar gracias al técnico italiano Maurizio Marcacci. En cada competición daba un paso adelante en las clasificaciones, evolución que se apreció especialmente en el Mundial de 1997 (9.ª en gigante) con respecto al de 1996 o en las Olimpiadas de 1998, en cuya sede alpina de Shiga Kogen se aupó a la 14.ª posición en eslalon (a 4.06 de la alemana Hilde Gerg) y la 12.ª en gigante (a 4.95 de Compagnoni).

Asimismo, en el siguiente ciclo olímpico, María José consolidó un sitio entre las mejores del eslalon gigante –ya convertida en su prueba predilecta– en la Copa del Mundo obteniendo once puestos entre las diez primeras en pruebas parciales desde octubre de 1999 a enero de 2002. Reveladores precedentes de la solvencia adquirida por la andaluza y que se confirmaron en los Juegos Olímpicos de Invierno de Salt Lake City 2002, en la estación de Deer Valley, donde el 22 de febrero consiguió su mejor puesto olímpico, una 6.ª posición en gigante, a 2.52 de Janica Kostelic (Croacia), luego de haber concluido la primera manga como 3.ª clasificada, a 0.73 de la croata. “Tuve la medalla durante dos horas”, pero en la segunda bajada le adelantaron la sueca Anja Paerson, la suiza Sonja Nef y la austríaca Michaela Dorfmeister. Pese a todo, los frutos de una locura de planificación y un trabajo desmedido, de infinidad de concentraciones y viajes habían llegado con un diploma olímpico memorable, en el cual hay que destacar el apoyo recibido por su familia y, fundamentalmente, Ángel Izquierdo Garrido, quien ese año de 2002 se convirtió en el esposo de María José.

En tales condiciones, llegamos a la descripción del gran momento de la granadina, a su eclosión deportiva definitiva que dio comienzo en la temporada 2003-2004 cuando en la primera prueba de la Copa del Mundo, en el glaciar de Sölden (Austria), el 25 de octubre de 2003, consiguió por primera vez subir al podio en una prueba de la FIS World Cup. Alegría inmensa para ella y para el deporte español, pues hacía dos años y siete meses del último podio a cargo de la también andaluza Carolina Ruiz y casi doce años del anterior, a cargo de Blanca Fernández Ochoa.

Para mayor abundamiento, ese año, en el que había empezado a contar con la dirección técnica del suizo Mauro Pini y el italiano Luciano Acerboni, María José repitió cajón en Máribor (3.ª) y en la estación sueca de Are (2.ª), lo que le llevó a obtener la medalla de bronce en la general de gigante de aquella Copa del Mundo. Una medalla que repitió en la temporada 2004-2005 avalada por dos terceros puestos, en Sölden y St-Moritz (Suiza) y, sobre todo, por fin, dos memorables victorias en Are, el 20 de febrero de 2005, y en la estación suiza de Lenzerheide. “Fue algo histórico. Había periódicos extranjeros que resaltaban que María José Rienda recordaba que España tenía montaña. Aquello me llenó de orgullo, aunque ciertamente lo veían también como algo exótico”.

La obra de Rienda en la Copa del Mundo escenificó su mejor desenlace en la temporada 2005-2006, cuando rozó la conquista del Globo de Cristal en la general de gigante (2.ª clasificada por detrás de la sueca Anja Paerson) luego de conseguir nada menos que cuatro triunfos parciales, uno en Aspen (Estados Unidos), dos en Ofterschwang (Alemania) y uno en Hafjell (Noruega) –para un total de seis, la esquiadora española más laureada de todos los tiempos en el “circuito blanco”–, resultados que, junto a su simpatía y naturalidad, le convirtieron en la mujer de moda en España, protagonista de reportajes y entrevistas en medios de comunicación deportivos y no deportivos, objeto de atención y admiración e, indudablemente, artífice del resurgir social del esquí alpino en España. Más todavía cuando se acercaron los Juegos Olímpicos en los que, por sus triunfos, la ya proclamada Reina Blanca o Jefa del Gigante acaparaba muchas esperanzas para alcanzar una medalla.

Así, María José llegó a sus cuartos Juegos, los de Turín 2006, en los que el 10 de febrero tuvo el privilegio de ser la abanderada del equipo español en el desfile inaugural. En la competición, se estrenó en las pistas de San Sicario el 20 de febrero en supergigante (37.º, a 3.56 de Dorfmeister) para preparar su gran momento, el gigante del 24 de febrero, en Sestriere. Ese día, aquella mañana, sencillamente firmó quizás sus dos peores bajadas del año, comenzando por una inexplicable primera manga –abriendo pista sobre nieve blanda– que le alejó de las medallas (17.ª a 1.39 de Julia Mancuso). Luego, en la segunda, salió a por todas, cometió errores y aunque mejoró (fue 12.º del parcial) quedó en la general en 13.ª posición, a 2.94 de la americana Mancuso. Paradójicamente, nueve días después, ganó la siguiente prueba de la Copa del Mundo, como había ganado las dos que precedieron a los Juegos.

Instalada en lo más alto del “circo blanco” a sus 31 años, María José cayó abruptamente de su privilegiada posición cuando apareció el elemento distorsionador de las lesiones, que hasta entonces la habían respetado. Un día de noviembre de 2006 se rompió la rodilla derecha durante un entrenamiento en Aspen (Estados Unidos) –rotura de los ligamentos lateral interno y cruzado anterior y menisco–, una lesión tras la que nunca volvió a ser la misma y que, por lo pronto, supuso su ausencia en toda la temporada 2006-2007.

Felizmente, tras la intervención y larga recuperación, María José volvió a ponerse los esquíes el 11 de mayo de 2007 en Sierra Nevada y el 26 de enero de 2008 regresó a la Copa del Mundo en Ofterschwang, donde había ganado dos años atrás, para proclamar que la jefa estaba de vuelta y que los quintos Juegos Olímpicos estaban a su alcance. No obstante, el camino hasta ellos fue de todo menos agradecido y fácil.

En la campaña 2007-2008 solo pudo inscribirse en la citada prueba alemana y en la Copa del Mundo 2008-2009 únicamente disputó dos pruebas de principio de temporada, en octubre en Sölden (16.ª en gigante) y en noviembre en Aspen, que para siempre quedará como la estación maldita de la granadina ya que en la primera manga de aquel gigante volvió a caer y se rompió el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda. Nueva operación y resto del año en blanco.

“Fue un reto recuperarme, luchar por estar de nuevo donde había estado y por lo que creía. Creía que se podía y yo pude. Otros deportistas se habían recuperado de dos lesiones tan duras y yo también pude. Fue la decisión correcta”. Tras muchas horas de gimnasio y de rehabilitación, nuestra biografiada volvió a participar de forma regular en la Copa del Mundo 2009-2010. Obviamente, tras tres campañas perdidas, físicamente no era la misma que había logrado aquellas formidables seis victorias, pero sí su pundonor y pasión por el esquí.

De esta forma, nuestra biografiada participó en las pruebas de Sölden, Are, Lienz, Máribor y Cortina d’Ampezzo –en todas quedó apeada en la primera manga– y culminó su idilio con las Olimpiadas acudiendo a Vancouver 2010, en cuya pista de Whistler quedó clasificada 38.ª en gigante –única prueba en la que se inscribió– entre 86 competidoras, a 10.34 de la alemana Viktoria Rebensburg, tras haber superado difíciles condiciones atmosféricas que obligaron a llevar a cabo las dos mangas en días distintos.

Cumplido el objetivo olímpico, el invierno siguiente (2010-2011) fue el de la despedida. Primero de la Copa del Mundo, cuyas pistas de Sölden, Aspen, St. Moritz, Semmering, Zwiesel, Tarvisio (45.ª) y Spindleruv la vieron deslizarse por última vez. Posteriormente, el adiós fue al Campeonato del Mundo, en Garmisch-Partenkirchen (Alemania), y, por último, al Campeonato de España que, casualidad o no, se celebraba en la estación que la vio nacer, Sierra Nevada. Medalla de bronce en supergigante y de oro en eslalon, el 15 de abril de 2011 subió al podio para recoger la medalla de plata en gigante, la última carrera. “He luchado todo lo que he podido y me voy en paz conmigo misma».

Como resumen estadístico, hay que indicar que María José Rienda, amén de sus participaciones olímpicas recogidas en el encabezamiento de esta síntesis biográfica, compitió en 7 ediciones del Campeonato del Mundo, a saber: Sierra Nevada 1996 (21.ª en gigante y 18.ª en eslalon), Sestriere 1997 (9.ª en gigante), Vail 1999 (13.ª en gigante y 26.ª en eslalon), Sankt-Anton 2001 (30.ª en supergigante, 10.ª en gigante y no terminó la primera manga en eslalon), St. Moritz 2003 (no terminó la primera manga en gigante y eslalon), Bormio 2005 (9.ª en gigante y no terminó la segunda manga en eslalon) y Garmisch-Partenkirchen 2011 (28.ª en supergigante y 31.ª en gigante).

En la Copa del Mundo, obtuvo tres podios en la general de gigante (plata en 2006 y bronce en 2004 y 2005) y su mejor posición en la general global fue la 13.ª en 2006. Participó en 173 pruebas, comenzando el 2 de febrero de 1994 en Sierra Nevada y terminando el 11 de marzo de 2011, en Spindleruv Mlyn (República Checa), con un balance de 11 podios, todos en gigante: 6 triunfos (Are y Lenzerheide, dentro de la temporada 2004-2005, y Aspen, Ofterschwang (2) y Hafjell, en la 2005-2006), un segundo puesto (Are 2004) y cuatro terceros puestos (Sölden y Máribor en 2004 y Sölden y St. Moritz en 2005).

En el ámbito doméstico, ha sido 16 veces campeona de España: 7 en eslalon (1995, 2000, 2002, 2004, 2005, 2006 y 2011), 6 en gigante (1995, 1996, 1999, 2001, 2004, 2006) y 3 en supergigante (2004, 2005 y 2006). A ello, suma 9 medallas de plata y bronce.

Fuera de las pistas, los éxitos, la calidad humana y la experiencia de María José Rienda han sido condecorados con la Medalla de Andalucía (2009), el ingreso en la Real Orden del Mérito Deportivo en la categoría de medalla de oro (2011) y el Premio Andalucía de los Deportes en cuatro ocasiones (2003, 2004, 2005 y 2010). Asimismo, ha sido miembro del Comité Olímpico Español en representación de los deportistas de invierno (2006-2014), el Comité Femenino de Esquí Alpino de la Federación Internacional de Esquí (2012) y el patronato de la Fundación Andalucía Olímpica (desde 2014).

Laboralmente y luego de haber realizado el Máster en Dirección de Entidades e Instalaciones Deportivas por la Universidad de Granada, en 2012 se incorporó a la empresa pública gestora de la estación de Sierra Nevada, Cetursa, como directora del programa deportivo, funciones que desarrolló hasta que en julio de 2015 asumió el cargo de directora general de Actividades y Promoción del Deporte de la Junta de Andalucía, viviendo a medio camino entre Sevilla y Granada.

En junio de 2018, y tras completar un máster en Dirección Estratégica y Digital Marketing por el Instituto Europeo para el Empleo, se convirtió en la primera mujer al frente del deporte español desde los cargos de presidenta del Consejo Superior de Deportes y Secretaria de Estado para el Deporte del Gobierno de España, cargos que mantuvo hasta enero de 2020. Entonces regresó a Granada y a Cetursa dentro del área de Montaña.

Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 16 de noviembre de 2020