María Elisa Isabel Cabello Olivero

DEPORTISTAS OLÍMPICOS Y PARALÍMPICOS ANDALUCES

María Elisa Isabel Cabello Olivero
Olímpica

Eli
Cabello

Sevilla

María Elisa Isabel Cabello Olivero

12.10.1956

Alcalá de Guadaíra (Sevilla)

1
Juegos OlímpicosDeporteCategoríaPrueba
Resultado
1976 Montreal (Canadá)Gimnasia_ArtísticaFemeninaConcurso general
Puesto 82
1976 Montreal (Canadá)Gimnasia_ArtísticaFemeninaSuelo
Puesto 82
1976 Montreal (Canadá)Gimnasia_ArtísticaFemeninaSalto
Puesto 77
1976 Montreal (Canadá)Gimnasia_ArtísticaFemeninaBarras asimétricas
Puesto 75
1976 Montreal (Canadá)Gimnasia_ArtísticaFemeninaBarra de equilibrio
Puesto 77


Biografía de María Elisa Isabel Cabello Olivero

Cronológicamente la tercera olímpica andaluza, tras Ernestina Maenza y Mary Shaw, la gimnasta Eli Cabello tiene el privilegio de haber sido la pionera de su deporte en unos Juegos, dentro del contexto andaluz. Hija de Alfonso y María Cristina y segunda de cinco hermanos –los otros, M.ª Cristina, M.ª del Águila, Alfonso y M.ª del Mar–, nació el 12 de octubre de 1956 en la localidad de Alcalá de Guadaíra (Sevilla), si bien fue en la capital hispalense donde comenzó a instruirse en la gimnasia a la edad de 9 años (1965), siguiendo los pasos y la afición de su hermana mayor, Cristina. De esta forma, ambas coincidieron en el mismo club, el Club Medina de Sevilla, donde, en el espacio del Estadio de la Macarena, la pequeña Elisa recibió sus primeras clases de la mano de Ana María Cano.

Con trabajo y dedicación, unidos a un talento natural para los ejercicios gimnásticos, la pequeña Elisa fue progresando en el ámbito doméstico hasta que llegó un momento trascendental en la vida de nuestra protagonista. En 1968 la Federación Española de Gimnasia puso en marcha un novedoso Plan de Promesas destinado a captar jóvenes valores, labor para la que contrató a la búlgara Tsvetana Stancheva, quien viajó por distintas provincias para asistir a competiciones locales al objeto de seleccionar a las gimnastas que compondrían el nuevo proyecto. La visita a Sevilla se llevó a cabo en octubre durante los Juegos Deportivos Municipales de Otoño, a resultas de la cual la seleccionadora nacional eligió a cinco gimnastas locales, entre ellas Elisa, para beneficiarse de la beca del plan.

Por tanto, luego de la preceptiva autorización familiar, la alcalareña, con solo 12 años, viajó a Madrid en noviembre de 1968 para emprender una nueva vida en la capital, donde su rutina –y la de las otras trece compañeras integrantes del plan– giraría en torno a la formación académica, los entrenamientos –que se desarrollaron sucesivamente en la Escuela Nacional de Educación Física Julio Ruiz de Alda, el Colegio Nuestra Señora de las Maravillas y el INEF, a partir de 1970– y las competiciones, dentro de un sistema de concentración permanente y alojamiento en distintos centros concertados por la federación, como fueron la residencia de señoritas de la céntrica calle Barquillo (1968-1969), un colegio interno en la localidad de Collado Villalba (1969), la Residencia Universitaria El Pilar (1970) y otro interno, el Mater Salvatoris, ambos también en las afueras de Madrid.

Una etapa dura en la que las alegrías llegaron a la hora de competir. El primer torneo para Elisa como becada de la federación, aunque representando a su club de Sevilla, fue el Campeonato de España por Clubes de la categoría juvenil B, los días 11 y 12 de abril de 1970, en Madrid, en el que la sevillana obtuvo la medalla de bronce en salto, barra de equilibrio y concurso general, resultados que llevaron a la seleccionadora nacional a hacerla debutar internacionalmente el 21 de junio en Font-Romeu (Francia) en un bilateral Francia-España, que nuestra protagonista terminó en 5.ª posición.

Pese a todo, las exigentes condiciones de la concentración, especialmente en lo relativo a los lugares de residencia, motivaron que Elisa tomase la difícil decisión de dejar el equipo nacional en diciembre de 1970 y retornase a Sevilla. No obstante, en mayo de 1971, luego de haberse producido en marzo la baja de Tsvetana y el acceso al cargo de seleccionador nacional de Ramón García –permaneció de 1971 a 1977–, con el japonés Teruyuki Seki como ayudante –hasta poco después de Múnich 1972–, la gimnasta andaluza volvió a Madrid con energías renovadas, a tiempo de estrenarse en un gran evento, los Juegos Mediterráneos de 1971, en Esmirna (Turquía), en los que la gimnasia femenina española participaba por primera vez. Eli, que guarda muy buen recuerdo de aquellos Juegos –“tenían el ambiente de unos Juegos Olímpicos, con muchos países, y tuvieron mucha importancia para el nivel de la gimnasia española”–, concluyó en la 18.ª plaza del concurso individual y contribuyó significativamente a la medalla de bronce por equipos.

Al año siguiente, año olímpico, Eli participó con el equipo nacional en un Test de Clasificación Olímpica que la Federación Internacional de Gimnasia organizó en junio en Madrid con el objetivo de probar si el equipo español podía alcanzar la media necesaria para clasificarse para Múnich 1972. Ni el conjunto superó la media ni la propia Eli Cabello, en el ámbito individual, llegó a la nota mínima exigida (8,50), si bien quedó muy cerca de ello, a solo una décima.

Quizás demasiado pronto para la andaluza de 15 años, cuyas miras se volvieron inmediatamente hacia los Juegos de Montreal 1976. Así pues, de inmediato centró todos sus esfuerzos en el objetivo de ser olímpica, una ansiada meta por la que estaría permanentemente concentrada en Madrid con el equipo nacional –a las órdenes de Ramón García, asistido por Mitzuko Mitzukawa y, posteriormente, por los soviéticos Eugeni Korolkov y Nina Korolkova– viviendo, desde el punto de vista competitivo, la etapa más brillante de su trayectoria como deportista.

En este período, en el Campeonato de España absoluto (o primera categoría), en el concurso individual, consiguió la medalla de bronce en 1974, la de plata en 1976 y el triunfo en 1975, edición que se celebró en el sevillano Pabellón de Chapina los días 8 y 9 de junio. A esta medalla de oro sumó en Sevilla, para entusiasmo de su público, idéntico metal en todos los aparatos (salto, asimétricas, barra y suelo) y, un año más tarde, en Madrid, volvió a imponerse en suelo y fue subcampeona en salto y asimétricas.

Internacionalmente, fue convocada en 1973 a su primer Campeonato de Europa, en Wembley (Reino Unido), aunque no pudo asistir por lesión. En 1974, acudió al Campeonato del Mundo de Varna (Bulgaria) y aportó su granito de arena a la 20.ª posición del equipo español, mientras que en la competición individual terminó en la 121.ª plaza.

En 1975, esta vez sí, debutó en el Europeo, en la localidad noruega de Skien, donde concluyó 25.ª en el concurso completo (entre 39 clasificadas), lejos de la campeona, la rumana Nadia Comaneci, quien se descubrió en aquel torneo. Asimismo, Elisa viajó a los Juegos Mediterráneos de Argel (Argelia), donde llevó a cabo una rutilante actuación: medalla de plata tanto en el concurso individual –por detrás de la italiana Rita Peri– como por equipos, oro en asimétricas, bronce en suelo y 4.ª en salto. Y, por último, hay que destacar su participación, junto al también andaluz Agustín Sandoval, en el prestigioso Torneo Moscow News, en Moscú (Unión Soviética), en el que se invitaba a los campeones nacionales de cada país europeo y donde la sevillana ocupó el puesto 21.º.

Todo ello resultó suficiente para que se le otorgase una de las tres plazas que España había obtenido en concurso individual –el equipo no se clasificó– para los Juegos Olímpicos de Montreal 1976 y pudiese viajar a Canadá junto a Mercedes Vernetta y Eloísa Marcos. Como Elisa siempre afirma, “llegar a los Juegos Olímpicos era la meta con mayúsculas”, motivo por el que, cuando presenció el encendido del pebetero olímpico en primera fila durante la ceremonia de inauguración de aquellos Juegos, ella sintió “mucha emoción y alegría porque por fin lo había conseguido”.

Su paso por los Juegos fue, sin embargo, discreto. Acabó en el puesto 82.º entre las 86 participantes del concurso general, con un total de 71,25 puntos (17,80 en suelo, 18,05 en salto, 18,10 en barras asimétricas y 17,30 en barra, sumando ejercicios libres y obligatorios) al término de la ronda de calificación, obviamente fuera de una final que terminaría ganando la rumana Comaneci.

A su regreso de los Juegos y con el objetivo deportivo cumplido, Eli recogió sus enseres en Madrid para regresar a Sevilla siete años después de haberse marchado siendo una niña y con la decisión de retirarse como gimnasta y comenzar una nueva etapa como entrenadora –“tuve muy claro desde el principio que quería ser entrenadora, incluso siendo gimnasta”. Los inicios en la pedagogía deportiva se produjeron en el gimnasio que la federación sur poseía en el barrio hispalense del Tiro de Línea, pero en julio de 1977 volvió a recibir una llamada desde Madrid: el ofrecimiento del presidente de la federación española, Félix Fernández, de sustituir a la rusa Nina Korolkova en el cuerpo técnico federativo y, con el tiempo, dirigir el equipo nacional. Una oportunidad que Eli, obviamente, no rechazó y que la condujo de nuevo a Madrid, instalándose esta vez ya de forma definitiva en la capital.

Por tanto, comenzó una etapa prolífica de gran nivel como entrenadora nacional, en la que participó, siempre en artística femenina, en los períodos olímpicos de Moscú 80 (donde España logró 3 plazas individuales), Los Ángeles 84 (compitió por primera vez el equipo), Seúl 88 (de nuevo participó el equipo) y Barcelona 92 (hasta su dimisión en 1989), formando y dirigiendo a gimnastas olímpicas como Gloria Viseras, Irene Martínez, Laura Muñoz, Ana Manso, Eva Rueda, Alicia Fernández, Cristina Fraguas, Sonia Fraguas o Loreto Ginés, entre otras.

Tras dimitir como entrenadora de la federación española y paralelamente a sus funciones técnicas como entrenadora nacional de gimnasia rítmica y docente, obtuvo la diplomatura de Magisterio –especialidad de Educación Física– y, posteriormente, la licenciatura en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte por la Universidad Autónoma de Madrid, además de realizar un máster en Ciencias de la Motricidad Humana, obtener el doctorado y el DEA. Juez nacional e internacional de gimnasia artística, fue directora de 1983 a 1986 del centro de tecnificación de gimnasia artística femenina del Gimnasio General Moscardó de Madrid y fundadora en 1978 del Club Rodeiramar.

De 2006 a 2009, ejerció como profesora en la Universidad Autónoma de Madrid de las asignaturas de Habilidades Gimnásticas y su Didáctica, Fundamentos de las Habilidades Gimnásticas Deportivas Acrobáticas, Rítmicas y su Didáctica, y Educación Física de Base. Actualmente, es docente en el Colegio Nuestra Señora de Santa María de Madrid, ciudad en la que sigue residiendo junto a su marido Diego Estrella e hija Elisabet, sin olvidar sus orígenes andaluces y sin que Andalucía la olvide.

Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 19 de noviembre de 2020