María del Carmen Barea Cobos

DEPORTISTAS OLÍMPICOS Y PARALÍMPICOS ANDALUCES

María del Carmen Barea Cobos
Málaga

María del Carmen Barea Cobos

05.10.1966

Málaga

3
Juegos OlímpicosDeporteCategoríaPrueba
Resultado
1992 Barcelona (España)Hockey_HierbaFemeninaHockey hierba
Medalla de oro
1996 Atlanta (EE.UU.)Hockey_HierbaFemeninaHockey hierba
Puesto 8
2000 Sídney (Australia)Hockey_HierbaFemeninaHockey hierba
Puesto 4


Biografía de María del Carmen Barea Cobos

Poseedora de un título olímpico y otros dos diplomas en sus tres participaciones en los Juegos, esta malagueña nacida en la capital el 5 de octubre de 1966, hija de Juan y Mari Carmen y la mediana de tres hermanos –entre Aurora y Juan Antonio–, es una de las ilustres del deporte andaluz de todos los tiempos y, sin duda, la mejor jugadora de hockey hierba que ha dado Andalucía.

Comenzó muy pronto en este deporte, en 1976, cuando contaba con 10 años, y lo hizo en el Colegio Público Domingo Lozano de Málaga, gracias a un joven y entusiasta entrenador llamado Ramón Pérez Fernández. Tanto en la pista colegial como en la vecina Ciudad Deportiva de Carranque, donde solía pasar las tardes, se forjaron los comienzos de nuestra biografiada a la que podríamos calificar de muy precoz, no en vano con 12 años ya actuaba con el equipo superior del malagueño Caja de Ronda, su primer club y en el que permaneció durante diez años.

Tras este y una vez se instaló en Madrid con 22 años para entrenar en el Centro de Alto Rendimiento bajo la supervisión de los técnicos nacionales, fichó por la Real Sociedad de San Sebastián, equipo este y el CD 91 de Málaga que marcaron los años transcurridos hasta los Juegos de Barcelona. Posteriormente actuó durante ocho campañas en el Universidad de Sevilla –mudó a esta ciudad– y tras Sídney 2000 jugó para el Sardinero de Santander. Con todos ellos, sumaría cuatro títulos, ocho subcampeonatos y cuatro terceros puestos en los campeonatos de España y ligas, entre hierba y sala, y en sus diferentes categorías.

En el ámbito de selecciones, debutó con el combinado nacional júnior a los 16 años de la mano del entonces seleccionador nacional Luis María Usoz, quien la había observado desde los 13, y con solo 17 años se estrenó en la selección nacional absoluta, en la que se haría irremplazable hasta su retirada, con 33 años, tras los Juegos de Sídney 2000. Aquel debut absoluto se produjo en un europeo que, como ella reconoce “nunca olvidaré, pues entre partido y partido traducía a Cicerón para preparar la Selectividad que tenía que hacer unos días después de terminar el campeonato”.

Tras este primer resultado con el equipo español –7.ª en el Campeonato de Europa de 1984, celebrado en Lille (Francia)– llegarían otros como la 11.ª posición en el Campeonato del Mundo –oficialmente Copa del Mundo– de 1986, en Ámsterdam (Holanda) y la 7.ª en el Campeonato de Europa en sala de 1987. Con tal tarjeta llegó el año 1988, importante momento para el hockey nacional y para la propia andaluza. España no participaría en el torneo olímpico de hockey de Seúl, pero emprendía definitivamente la preparación de los Juegos de Barcelona 1992 con la puesta en marcha del Plan ADO 92, un duro programa al que solo acceden los privilegiados y para el que el seleccionador nacional de hockey, José Manuel Brasa, llamó a Mari Carmen. Así, con apenas 22 años, la malagueña hizo las maletas y viajó a Madrid para quedarse en la capital de España, viaje que, como ella reconoce, marcó su vida personal, académica y deportiva debido fundamentalmente a que pudo entrenar con las mejores condiciones y paralelamente acabar en la Universidad Complutense los estudios de Filología Clásica que había empezado en Málaga.

Deportivamente, el camino hacia los Juegos fue motivante, pues el equipo español alcanzó resultados hasta entonces impensables, como la medalla de bronce en la Copa Intercontinental de Nueva Delhi 1989; el 5.º puesto en el Campeonato del Mundo de 1990, celebrado en Perth (Australia); la medalla de plata en el Campeonato de Europa de sala de Elmshorn 1990; el 6.º puesto en el Campeonato de Europa de 1991, en Bruselas (Bélgica); y la 4.ª plaza en el Trofeo de Campeones de Berlín 1991. Indicios de lo que en los Juegos Olímpicos de 1992 sería una de las gestas del deporte nacional: el triunfo de España en el torneo femenino de hockey.

Aquel equipo, dirigido por José Manuel Brasa, lo formaron Mercedes Coghen, Sonia Barrio, Teresa Motos, Natalia Dorado, Nagore Gabellanes, Victoria González, Silvia Manrique, Maider Tellería, Virginia Ramírez, María Rodríguez, Eli Maragall, Nuria Olivé, Ana Maiques, María Martínez y la andaluza Barea. Tras una gran primera ronda –empate con Alemania (2-2) y victorias ante los equipos de Canadá (2-1) y Australia (1-0)–, en semifinales Barea firmó el pase de la selección española a la final al marcar en la prórroga el gol que doblegaba (2-1) a Corea.

Definitivamente, el 7 de agosto, en la sede olímpica de Tarrasa, España venció a Alemania (2-1) por la medalla de oro, abriendo el marcador, a los 8 minutos, por medio de la malagueña.

Tras estos Juegos, Barea completó un nuevo ciclo de cuatro años en los que la selección española conservó el prestigio alcanzado en Barcelona, lo que, a la par, supuso una exigencia añadida de resultados y entrenamientos. Así, España y Mari Carmen obtuvieron las medallas de bronce en los Campeonatos de Europa de Sala de Londres 1993 y Glasgow 1996; el 8.º puesto en el Campeonato del Mundo de 1994, celebrado en Dublín (Irlanda); la medalla de plata en el Campeonato de Europa de 1995, organizado en Amstelveen (Holanda); y el 5.º puesto en las ediciones de Amstelveen 1993 y Mar del Plata 1995 del Trofeo de Campeones.

Al final de este camino, Barea volvió a saborear la experiencia olímpica en Atlanta 1996 integrando un equipo español al que la defensa del título logrado cuatro años atrás le pesó. La malagueña fue convocada junto a Elena Carrión, Natalia Dorado, Mª Cruz González, Silvia Manrique, Teresa Motos, Sonia Barrio, Nagore Gabellanes, Lucía López, Maider Tellería, Elena Urkizu, Begoña Larzábal, Mar Feito, Sonia de Ignacio-Simó, Mariví González y la también andaluza Mónica Rueda. Este conjunto ocupó la 8.ª y última plaza del torneo tras presentar, en la liguilla de todos contra todos (round-robin), una gris tarjeta de 0 triunfos, 1 empate (2-2, ante Reino Unido) y 6 derrotas: Australia (0-4), Alemania (1-2), Argentina (0-1), Corea (0-2), Holanda (2-4) y Estados Unidos (0-2).

No quiso despedirse de este modo de los Juegos la andaluza Mari Carmen Barea, quien, con el espíritu y las ganas de una principiante, unidos a la experiencia y saber estar de una veterana, decidió seguir otros cuatro años para cerrar su carrera deportiva con la selección en Sídney 2000.

Antes de esa cita, reseñar que logró la 5.ª posición en el Campeonato de Europa de 1999, en Colonia (Alemania), y, sobre todo, la 4.ª en el Preolímpico de Milton Keynes (Reino Unido), donde España obtuvo la plaza olímpica para los que serían los terceros Juegos de Barea.

La despedida olímpica de la andaluza fue a lo grande, peleando por la medalla de bronce en compañía de Carrión, De Ignacio-Simó, Barrio, Lucía López, Feito, Tellería, Urkizu, Larzábal –que repetían–, Nuria Moreno, Amanda González, Mª Carmen Martín, Silvia Muñoz, Erdoitza Goikoetxea, Cibeles Romero y Nuria Camón. Con 10 equipos en liza, el torneo olímpico de Sídney 2000 constó de una primera fase de grupos en la que España acabó 3.ª de su grupo luego de empatar con Corea (0-0) –primer partido el 17 de septiembre– y Australia (1-1), ganar a Argentina (1-0) y perder ante Reino Unido (0-2), clasificándose para la medal pool, a la que accedían los seis mejores equipos.

En esta segunda fase, en la que se arrastraban los resultados obtenidos en la fase inicial ante los equipos aún en liza –siendo estos, en el caso de España, el triunfo ante Argentina y el empate con Australia–, el combinado nacional empató con China (0-0) y Nueva Zelanda (2-2) y cayó frente a Holanda (1-2), lo que le llevó a la 3.ª plaza del grupo de medallas y a pelear el 29 de septiembre, en el Olympic Park de Sídney, por la medalla de bronce con las cuartas, las holandesas, que volvieron a imponerse a las españolas, esta vez por 0-2.

Cuarta plaza final y diploma olímpico para cerrar una trayectoria de 18 años con el equipo nacional, sumando 15 internacionalidades sub-21y 230 absolutas. No obstante, Sídney 2000 significó un adiós parcial para la andaluza, quien siguió jugando hasta el año 2002 la competición nacional de clubes. Tras su retirada efectiva como jugadora de hockey, ingresó en la Real Orden del Mérito Deportivo, en la categoría de medalla de plata, y aceptó el ofrecimiento de la Real Federación Española de Hockey de ejercer como jefa de los equipos nacionales femeninos absoluto y sub-21, función que asumió hasta el final del ciclo olímpico de Atenas 2004. Asimismo regresó, trece años después, a la ciudad de Málaga, de la que se había marchado por motivos deportivos.

Madre de dos hijas, Irene y Elisa, en la capital de la Costa del Sol trabajó de secretaria para un grupo de investigadores en la Facultad de Ciencias y luego colaboró con las escuelas municipales del club malagueño. En la actualidad reside en el municipio de Benagalbón, en cuyo colegio ha fundado y dirige el CH La Candelaria. En 1992 recibió el Premio Andalucía de los Deportes.

Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 26 de noviembre de 2020