Manuel Soriano Nieto

DEPORTISTAS OLÍMPICOS Y PARALÍMPICOS ANDALUCES

Manuel Soriano Nieto
Olímpico

Manuel
Soriano

Almería

Manuel Soriano Nieto

08.12.1945

Vélez Rubio (Almería)

1
Juegos OlímpicosDeporteCategoríaPrueba
Resultado
1972 Múnich (Alemania Federal)AtletismoMasculina400 m vallas
Puesto 20


Biografía de Manuel Soriano Nieto

El más laureado especialista andaluz de vallas intermedias –el malagueño Carlos Azulay obtuvo mejores tiempos pero inferior palmarés– nació el 8 de diciembre de 1945 en el antiguo Hospital Real de Vélez Rubio, localidad almeriense en la que vivió toda su infancia y parte de la adolescencia hasta que en 1962 se trasladó a Almería para continuar los estudios de Maestría Industrial.

Persona constante, independiente, afable y clara, en la capital provincial se contagió inmediatamente del gran ambiente atlético que allí se respiraba y la edad de 17 años empezó a ejercitarse en el atletismo, eso sí, partiendo desde cero, pues antes solo había jugado al fútbol en la calle y el colegio, y aunando el deporte y los estudios.

Decisivo personaje en la carrera atlética de nuestro protagonista fue, sin duda, Emilio Campra Bonillo, ex atleta y entrenador almeriense que le inculcó la afición y le aportó los primeros aprendizajes y el apoyo necesario para que Manolo comenzase a entrenar de forma sistemática en el Estadio de la Juventud –hoy denominado Emilio Campra– junto a otros jóvenes como Antonio Fernández Ortiz, con el que en el futuro compartiría el privilegio de viajar a las Olimpiadas.

Desde el primer momento, Soriano se centró en las pruebas de velocidad debido a su capacidad para esfuerzos cortos y explosivos. Debutó en competición (100 metros y salto de longitud) en los campeonatos nacionales escolares y, a posteriori, con los colores del almeriense Club Hispania, participó en el Campeonato de España de Atletismo de Educación y Descanso, en Baracaldo (Vizcaya). Como júnior, en 1964 se hizo con la medalla de bronce en 200 metros, con una marca ventosa de 22.7, en los nacionales de la categoría celebrados en Bilbao, siendo este año el que su irrupción en las tablas nacionales de tiempos, si bien aún, como en 1965, con marcas discretas.

Tras una temporada 1966 de nula actividad competitiva y con el revés de no haber sido aceptado en la Residencia Blume de Barcelona tras las oportunas pruebas que realizó, el almeriense marchó a Valencia en 1967 para seguir los estudios de Ingeniería Técnica Industrial y continuar su singladura deportiva dentro de la sección de atletismo del Valencia Club de Fútbol. En la capital del Turia, decidió ascender a las pruebas de la vuelta al estadio, es decir, los 400 metros lisos y, sobre todo, los 400 metros vallas, prueba esta última que desde ese año se convertiría en su gran especialidad y en la que logró que la enorme desventaja que suponía su escasa altura (1,73 metros) fuese plenamente compensada con una determinación y ambición inabordables.

Así, de atleta anónimo en el ámbito estatal mutó a pujante realidad en una campaña de 1967 que se saldó con el tercer puesto en el ranking nacional (53.8), la medalla de plata en el Campeonato de España absoluto al aire libre y, consecuencia de esta, la primera de sus 20 internacionalidades en el triangular Italia-Estados Unidos-España celebrado los días 19 y 20 de agosto en Viareggio.

Autor del quinto mejor tiempo del año en 1968 (54.2) y el segundo en 1969 (52.6), el 31 de mayo de 1970 Manuel Soriano obtuvo su primer récord de España al igualar los entonces vigentes 51.3 de Manuel Carlos Gayoso Díaz (1966), si bien la plusmarca duró pocas semanas –Francisco Suárez Canal la mejoró en una décima. El año 1970 trajo además consigo la consecución de una segunda medalla de plata en el Campeonato de España absoluto, la conclusión de los estudios, la realización de las prácticas de las Milicias Universitarias en Astorga (León) –a partir de agosto– y la marcha de Valencia para instalarse a finales de año en Barcelona, ciudad en la que deseaba trabajar y vivir.

Atléticamente hablando, la mudanza a la Ciudad Condal ocasionó el fichaje por el Club Natación Barcelona –luego de las conversaciones llevadas a cabo entre el presidente de esta entidad y su homónimo valencianista– y el otorgamiento por parte de la federación española de una beca de estancia en la barcelonesa Residencia Blume, lugar en el que encontraría las condiciones idóneas para entrenar al más alto nivel, primero a las órdenes del técnico alemán Rolf Geese –que estuvo en este centro en 1971– y a partir de 1972 con Jaime Enciso, siempre en las pistas de la Ciudad Universitaria.

En estas nuevas condiciones, el almeriense ofreció su mejor versión en el terreno competitivo, donde, ya distinguido y distinguible por su notorio bigote y personal corte de pelo –“pareciera miembro de un grupo de música”, como lo calificó algún periódico de la época–, sumó en el ámbito de los campeonatos de España en Madrid sendas medallas de plata en 400 lisos bajo techo –pese a su escasa preparación debido a la mili– y 400 vallas al aire libre, en este caso superado por Francisco Suárez y bajando por primera vez de los 51 segundos –logro que recuerda con especial cariño– con un registro de 50.7, que le valió la clasificación para el Campeonato de Europa, en Helsinki (Finlandia).

Antes de este subcampeonato nacional, había conseguido la medalla de bronce en 4×400 en la Westathletic celebrada en junio en Bruselas (Bélgica) y después ocupó el 4.º puesto (51.4) en el triangular Italia-España-Grecia disputado en Viareggio. Ya en la capital finlandesa debutó en el Europeo quedando eliminado en la primera ronda (51.39), aunque justo al borde del pase a semifinales (17.º puesto global). A continuación, venció (51.3) en el bilateral España-Francia, en Madrid, y fue seleccionado para los Juegos Mediterráneos de Esmirna 1971, donde conquistó la medalla de plata (51.2) en 400 vallas, batido por dos décimas por el griego Stavros Tziortzis y por delante del español Francisco Suárez, y quedó en 4.ª posición (3:08.7) en la prueba de relevos 4×400, junto a Alfonso Gabernet Martí, Manuel Carlos Gayoso y Francisco Suárez.

De esta forma, el vallista andaluz encaró el año olímpico de 1972, en el que consiguió explotar todo su potencial. Ausente de la temporada invernal para recuperar una lesión de menisco, a partir del mes de junio evidenció su excelente momento de forma con el triunfo en el bilateral España-Suiza en Barcelona y la recuperación del récord de España de 400 vallas, escenificado en el Memorial Kusocinski de Varsovia (Polonia) el 28 de junio –que terminó 2.º– con un tiempo de 50.3.

Ya en julio, ganó (50.7) la serie B de una reunión continental en Oslo y, cuatro días más tarde, el día 8, logró su primer título nacional ganando la final de 400 vallas del Campeonato de España absoluto al aire libre celebrado en el Estadio Vallehermoso de Madrid, siendo además con un tiempo de 49.8 el primer español en bajar de 50 segundos. Para valorar el nivel de la nueva plusmarca nacional cabe decir que representó el 12.º mejor tiempo en Europa y el 23.º en el mundo durante aquella temporada y que permaneció al frente de la tabla estatal hasta el 22 de julio de 1981, cuando la batió José Alonso Valero con 49.82 electrónicos, en tanto que el registro de Soriano aún era manual.

En plena cúspide de su carrera deportiva, nuestro biografiado sufrió un inoportuno accidente el 19 de julio de 1972 cuando, a punto del subir al podio para recoger el trofeo de vencedor de los 400 vallas del bilateral Noruega-España, en Oslo, recibió el golpe de un martillo que le dejaría mermado para los inmediatos bilaterales contra Finlandia, en Helsinki, y Reino Unido, en Londres, en los que no pudo tomar parte, y fundamentalmente para los Juegos Olímpicos de Múnich, para los que era fijo en la selección española habida cuenta el cumplimiento de la marca mínima (50.6) antes de sus dos récords nacionales.

En el Estadio Olímpico de Múnich 1972 debutó el 31 de agosto, el mismo día que su paisano Antonio Fernández, corriendo la primera serie de la ronda inicial. Acabó 5.º dicha carrera con un tiempo de 50.88 y, dado que accedían a semifinales los tres primeros de cada una de las cinco series más el mejor tiempo restante (el almeriense firmó el 5.º crono), quedó eliminado con el 20.º puesto en la clasificación general, entre 37 participantes.

“De no haber sufrido el martillazo hubiese estado en las semifinales de los Juegos o incluso en la final, ya que el octavo de esa carrera, el soviétivo Zorin, hizo 50.25. Pero, más que lo de Oslo, me perjudicó el que los Campeonatos de España se disputasen dos meses antes, donde alcancé mi cúspide, y la mejor forma había que lograrla durante los veinte días precedentes a los Juegos”, rememora Manuel Soriano, quien clausuró aquel año ganando su prueba en el match Yugoslavia-España, en Zagreb.

Pleno de moral tras la impactante vivencia olímpica, el andaluz continuó en Barcelona para encarar con 27 años –una edad idónea para su prueba– un nuevo ciclo de cuatro años que, no obstante, fue cercenado incluso sin haber terminado el primero de ellos, 1973, un año de emociones contradictorias sin duda.

De entrada, el almeriense comenzó la campaña invernal –por fin pudo hacerla de forma íntegra– como independiente, una vez rota la relación con el CN Barcelona, en el que no se encontraba a gusto. Sin enseña alguna, el 24 de febrero ganó en Madrid su primera y única medalla de oro (48.6) en 400 lisos en el Campeonato de España bajo techo y cuatro días más tarde fichó por el FC Barcelona. Luego, fue internacional en el Campeonato de Europa indoor, en Róterdam (Holanda), con una buena actuación en 400 lisos (7.º), llegando a semifinales.

Ya al aire libre, destacó en diversas reuniones internacionales tales como los prestigiosos World Games de Helsinki (8.º con 52.5), el Memorial Kusocinski de Varsovia (3.º) y el mitin de Atenas (3.º), y revalidó en la Ciudad Universitaria de Barcelona el entorchado nacional de 400 vallas con 50.5 (mejor marca española del año), destacando además que este año corrió más rápido que nunca en 400 lisos al aire libre (47.1, segunda marca estatal de la temporada).

No obstante, estando seleccionado para la Universiada de Moscú (15 al 26 de agosto), Manuel Soriano y otros atletas sufrieron una draconiana sanción por parte de la federación española, nada más y nada menos que inhabilitación de por vida para competir, tras unas discrepancias en orden a las salidas y entradas de un hotel madrileño donde se encontraba concentrado con la Federación de Deporte Universitario antes de viajar a la Unión Soviética, si bien todo hace pensar que fue una excusa para sancionar la mala actuación del equipo español en la semifinal de la IV Copa de Europa, celebrada los días 4 y 5 de agosto en Celje (Yugoslavia) y en la que España ocupó la 6.ª y última posición con solo 37 puntos –los dos primeros países de cada una de las tres semifinales pasaban a la final–, aunque nuestro atleta consiguió la medalla de bronce en sus 400 metros vallas.

La sanción fue, obviamente, recurrida por los afectados y en mayo de 1974 la Delegación Nacional de Educación Física y Deportes dictaminó el respecto, acordando en el caso del almeriense una reducción de la pena, quedando habilitado para competir a partir del 1 de septiembre de 1975. No obstante, dicho hipotético retorno se hubiese producido tras dos años parado, un tiempo que Manolo consideró excesivo y que motivó su retirada.

Ese año de 1974 contrajo matrimonio con la también atleta Ela Cifuentes Muñiz, unión que trajo a la vida en 1981 a una hija. En 1986, la familia Soriano Cifuentes marchó a vivir a Valencia, ciudad en la que Manuel permanece atendiendo a sus negocios de alquiler de maquinaria para obras públicas y de vehículos sin conductor.

Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 6 de noviembre de 2020