Juan Carlos Molina Merlos

DEPORTISTAS OLÍMPICOS Y PARALÍMPICOS ANDALUCES

Juan Carlos Molina Merlos
Paralímpico

Juan Carlos
Molina

Granada

Juan Carlos Molina Merlos

18.07.1974

Granada

4
Juegos ParalímpicosDeporteCategoríaPrueba
Resultado
1992 Barcelona (España)Ciclismo_CarreteraMasculinaFondo en tándem
Medalla de bronce
1994 Lillehammer (Noruega)Esquí alpinoMasculinaDescenso B1-2
Medalla de oro
1994 Lillehammer (Noruega)Esquí alpinoMasculinaSupergigante B2
Medalla de bronce
1994 Lillehammer (Noruega)Esquí alpinoMasculinaGigante B2
Descalificado
1994 Lillehammer (Noruega)Esquí alpinoMasculinaEslalon B1-2
No terminó
1996 Atlanta (EE.UU.)Ciclismo_PistaMasculinaPersecución en tándem
Puesto 16
1998 Nagano (Japón)Esquí alpinoMasculinaDescenso B1,3
Medalla de oro
1998 Nagano (Japón)Esquí alpinoMasculinaSupergigante B1,3
Descalificado
1998 Nagano (Japón)Esquí alpinoMasculinaGigante B1,3
No terminó


Biografía de Juan Carlos Molina Merlos

Sin duda uno de los grandes nombres del deporte de nuestra comunidad, Juan Carlos Molina fue el primer andaluz en revalidar un título paralímpico al imponerse en los descensos de Lillehammer 1994 y Nagano 1998 en esquí alpino, modalidad en la que también conquistó un bronce en supergigante y que supo compatibilizar con éxito con el ciclismo, en el que igualmente conoció el podio paralímpico al colgarse otra medalla de bronce en fondo en carretera en Barcelona 1992. Circunstancia particularmente peculiar y relevante la de competir tanto en Juegos Paralímpicos de verano como de invierno y que solo comparte con su paisano Miguel Ángel Pérez Tello.

Nacido en Granada capital el 18 de julio de 1974, Juanky es el mayor de los cuatro hijos –tres varones y una fémina– que tuvieron sus padres, Antonio y Ana, los cuales descubrieron, al año y medio de vida de nuestro protagonista y a raíz de pasar el sarampión, que tenía problemas de visión ya que se tropezaba con frecuencia. El diagnóstico fue claro: retinosis pigmentaria.

Juan Carlos hizo la Enseñanza General Básica en el Colegio Virgen de las Nieves de Granada y luego estudió bachillerato en el Instituto Cristo Rey, en el barrio del Albaicín. Practicante asiduo de deportes como el atletismo, el fútbol o el baloncesto, con apenas 17 años se afilió a la ONCE y enseguida el seleccionador de ciclismo de entonces, Juan Carlos Domínguez, le propuso competir en tándem. A partir de ahí desarrolló una meteórica carrera deportiva compaginando los pedales y los esquís a la par que continuaba con su formación en la Universidad de Granada, donde estudió Fisioterapia.

Muy pronto obtuvo resultados destacados en ciclismo, tal fue el caso de la medalla de plata en la carrera en línea del Campeonato de España de Ciclismo para Ciegos y Deficientes Visuales celebrado en 1992 precisamente en Granada y donde formó tándem con su paisano José Espigares. No había cumplido aún los 18 años, pero aquel resultado fue aval suficiente para que la ONCE lo llamase para integrar el jovencísimo equipo nacional que concurrió a los Juegos Paralímpicos de Barcelona 1992, siéndole asignado como guía el vallisoletano José Santiago.

En la Ciudad Condal, la participación del inexperto dúo se ciñó al fondo en carretera del 12 de septiembre, prueba en la que la pareja Molina-Santiago realizó la mitad del recorrido en solitario después de que se hubieran escapado los alemanes Frank Höfle y Hans-Jörg Furrer y los holandeses Jan Mulder y Catharinus Beumer, que se disputarían el oro, con victoria de los primeros en 2:42:13. A tres minutos y 38 segundos llegarían los españoles, que habían arrancado desde el pelotón más tarde, para hacerse con el bronce.

Después de 1992, Molina anduvo compitiendo con otros pilotos granadinos caso de José Manuel López –con él hizo el Nacional de 1993 en Valladolid, sin medalla– y Rafael Turatti, con el que ya formó un tándem más continuado con vistas a preparar la siguiente cita paralímpica. El nuevo binomio acarició el podio (4.º) en la prueba de fondo del Campeonato de España de 1994 celebrado entre Santander y Torrelavega y lo asaltó por fin en 1995, cuando se colgó la medalla de plata en Segovia. Un año después, en el de pista en Palma de Mallorca volvió a rondar las medallas (4.º en persecución y 5.º en kilómetro).

En el concierto internacional, tras un discreto debut mundialista (24.º en fondo) en el certamen de 1994, en Peer (Bélgica), llegó un gran resultado en forma de medalla de bronce en el Campeonato de Europa de 1995 que acogió la localidad alemana de Altenstadt, donde Molina y Turatti compitieron en la crono por equipos junto a otros dos tándems españoles, los formados por los asturianos García y Fernández y los madrileños Martínez y Gandía. Ese mismo año los granadinos habían sido, además, quintos en el Tour de Bélgica, evento anual por excelencia del paraciclismo.

Todo ello les valió para acudir a los Juegos de Atlanta 1996, donde participaron esta vez en pista, en la prueba de persecución, en la que Juan Carlos y Rafael no anduvieron finos aquel 17 de agosto ya que se clasificaron en la posición 16.ª y última con 5:12.112, por lo que lógicamente no pasaron a cuartos. El oro fue para los holandeses Jan Mulder y Pascal Schoots, que registraron un crono de 4:37.598 en la final.

Este revés y los problemas musculares que acuciaron a Turatti invitaron a Molina a abandonar el ciclismo de competición para centrarse en el esquí alpino, modalidad invernal que había comenzado a practicar en la campaña 1992-1993, igualmente con buenas prestaciones. Ese primer año sobre los esquís, nuestro protagonista ya se había colgado dos medallas de plata en el Campeonato de España celebrado en Baqueira Beret (Lérida), en gigante y supergigante, mismas pruebas en las que se alzó con la corona estatal en la temporada siguiente, en el mismo escenario.

Un año, el de 1994, de especial importancia por cuanto estaban fijados los Juegos de invierno –se adelantaron dos años para eludir a partir de entonces la coincidencia con los de verano– y ese cambio fue determinante para nuestro protagonista, que iba a brillar con luz propia en Lillehammer (Noruega). Fue llegar y besar el santo, pues en su debut del 22 de marzo Molina conquistó de forma sublime el oro en la prueba de descenso al registrar un tiempo de 1:24.19, siendo el mejor de los nueve esquiadores y aventajando en más de un segundo al francés Stéphane Saas (1:25.67) y dos al español Manuel Buendía (1:26.33), los otros ocupantes del podio.

Las tornas cambiaron, eso sí, dos días más tarde, puesto que en el supergigante fue el galo el más rápido con 1:29.33, por delante de Buendía (1:30.08) y Molina (1:31.50), que se colgó su segundo metal en los “Juegos Blancos”. El granadino competiría aún en dos pruebas más, pero en el gigante fue descalificado y en el eslalon no concluyó la prueba por una caída, siendo en ambos casos el oro para el as francés Saas, al que solo Juanky había podido doblegar en Noruega.

En el siguiente ciclo, Molina añadió a su palmarés otro par de medallas de plata en el Campeonato de España de 1995 (gigante y supergigante), donde comenzó a competir con José Luis Alejo de guía, y apabulló en el Mundial de 1996 celebrado en la estación austríaca de Lech, haciéndose con los entorchados universales de descenso y supergigante.

Más adelante, tras consagrarse unos meses a los pedales al objeto de competir en Atlanta, en la temporada 1996-1997 se centró ya exclusivamente en el esquí alpino y prosiguió reuniendo gloria en la nieve. Así, en el Campeonato de Europa disputado en 1997 en Baqueira Beret, fue el mejor –medalla de oro– en eslalon, gigante y supergigante. El granadino estaba lanzado y refrendó las expectativas creadas en su segundo concurso en unos Juegos Paralímpicos de Invierno, los celebrados en Nagano en 1998.

Las cosas no pudieron empezar mejor ya que el granadino revalidó el 6 de marzo el oro en el descenso al detener el crono en 1:06.30 (tiempo real 1:17.63, que fue también el mejor), por delante de los italianos Gianmaria Dal Maistro y Bruno Oberhammer, que le escoltaron en el podio. Dos días después participó en el supergigante, aunque fue descalificado y el oro se lo llevaría el italiano Angelo Zanotti, el mismo que se adjudicaría el gigante, donde el andaluz concluyó la primera manga, si bien se salió en la segunda bajada y se dañó la rodilla derecha, motivo por el que no llegó a tomar parte en el eslalon, en el que estaba inscrito.

Al regreso de Japón nuestro doble campeón paralímpico decidió abandonar la competición deportiva para dedicarse a su futuro como fisioterapeuta, profesión que estuvo ejerciendo en Jerez de la Frontera durante tres años mientras residió en Cádiz. Allí completó su formación como animador sociocultural con la ONCE y se quedó en la institución como gestor del departamento de Juegos. Más adelante se mudó a Torremolinos (Málaga) y asumió el cargo de director de la agencia malagueña de la ONCE y luego el de jefe del departamento de Juegos de Málaga, hasta que en marzo de 2019 marchó a Sevilla para ejercer como gerente comercial de la zona suroeste de la institución de invidentes.

Medalla de bronce de la Real Orden del Mérito Deportivo (2007), en 2012 se casó con Toñi, con la que tiene un hijo de nombre Hugo.

Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 20 de octubre de 2020