José Antonio Montenegro González

DEPORTISTAS OLÍMPICOS Y PARALÍMPICOS ANDALUCES

José Antonio Montenegro González
Cádiz

José Antonio Montenegro González

26.11.1954

La Línea de la Concepción (Cádiz)

1
Juegos ParalímpicosDeporteCategoríaPrueba
Resultado
1976 Toronto (Canadá)Baloncesto_en sillaMasculinaBaloncesto en silla
Puesto 9


Biografía de José Antonio Montenegro González

Si antes de emprender la lectura de 341 Historias de Grandeza acude a la fotografía n.º 328 del álbum de este libro y observa la imagen del CD Virgen del Rocío, muy posiblemente le llamará la atención ese jugador con el dorsal 13 que se encuentra en el centro, dotado de una musculatura fuera de lo normal. Se trata de José Antonio Montenegro González, el primer baloncestista en silla andaluz que jugó en la selección española y uno de los ocho primeros deportistas de Andalucía que escribieron las primeras líneas de nuestro deporte en los Juegos Paralímpicos, al participar en Toronto 1976.

José Antonio, natural de La Línea de la Concepción (Cádiz), donde nació el 26 de noviembre de 1954, fue muy posiblemente un adelantado a su época. Jugador formidable físicamente y extraordinario técnicamente, en la cancha era capaz de hacer cosas inusuales para el baloncesto de los años 70 –de ahí que se le considerase uno de los mejores jugadores del mundo en su momento–, a lo cual unía una personalidad acentuada y su innata bondad, cualidades que le hicieron ser el jefe del equipo en la pista y fuera de ella y con las que se ganó el respeto de compañeros y rivales e incluso la veneración de generaciones posteriores.

Como muchos niños españoles de los años 50/60, nuestro protagonista sufrió poliomielitis infantil –a los dos años–, motivo de que tuviese que ser ingresado en el Hospital Marítimo de Torremolinos, entre cuyas actividades de rehabilitación una de las más populares era el baloncesto en silla. Así entró José Antonio en contacto con esta disciplina, al principio en un sentido meramente terapéutico y luego como una diversión agradable y deseada.

Una vez transcurrida su infancia, toda la familia Montenegro González abandonó La Línea para trasladarse a Sevilla debido a que al padre de José Antonio le ofrecieron un puesto de celador en el Hospital Virgen del Rocío. En aquel entorno, nuestro joven deportista encontró el marco perfecto para hacer crecer la semilla que se había plantado en Torremolinos. Dicho marco no era otro que el CD Virgen del Rocío.

Inmediatamente entró en el equipo y se convirtió no solo en el jugador referente sino en un atleta de primer nivel, cincelando su cuerpo a base de entrenamiento y dedicación espartana y alcanzando unos niveles de fuerza y calidad muscular en el tren superior –las secuelas de la polio se cebaron en la piernas– que pocos protagonistas del citado libro podrían igualar. De hecho, destacó en otras modalidades como el atletismo –en el Campeonato de España de 1974 fue campeón en 100 metros y relevo 4×100, y medalla de plata en jabalina– y eslalon (campeón de España en 1978, en Madrid).

Jugador de clase 1 –luego reclasificado 3–, con el Virgen del Rocío lo ganó y lo sufrió todo, siendo testigo de su nacimiento, eclosión y declive. Trabajador, como su padre, del propio hospital, a la hora de saltar a aquella cancha que rodeaban los identificativos edificios de ladrillo visto de la ciudad sanitaria apenas tenía rival, contribuyendo con su juego y sus puntos a todos los títulos del club.

Así, en el Torneo Nacional de la Seguridad Social, se alzó con el triunfo en 1975 y con el subcampeonato en 1974. Sustituido este acontecimiento por la Liga Nacional a partir de 1976, José Antonio y el Virgen del Rocío entonaron el alirón de campeones en tres ocasiones (1977, 1978 y 1988) y en otras diez quedaron subcampeones (1976, 1979, 1980, 1981, 1982, 1983, 1989, 1990, 1991 y 1995), por detrás sobre todo de su némesis de Málaga, el Ademi. Asimismo, en la Copa del Rey –instaurada en 1978–, los sevillanos se proclamaron campeones en 1978, 1982, 1985, 1987 y 1988 y subcampeones en 1980, 1981, 1983, 1989, 1991 y 1995.

Paralelamente a su desempeño de club, nuestro biografiado fue llamado por primera vez para integrar la selección española en 1973, aún con 18 años, y la ocasión no era precisamente trivial: nada más y nada menos que la primera edición del Mundial, que acogió la ciudad belga de Brujas. Sexto clasificado, después de perder ante Bélgica, Gran Bretaña y Alemania y ganar a Suiza, el combinado español estuvo formado por José Sabaté, Tomás Santana, José Clúa, Miguel Rosell, Federico Llorens, Eloy Guerrero, Javier Guederiaga, Francisco Chaves y Montenegro.

Aquellas fueron las cuatro primeras de las 73 internacionalidades que acumuló José Antonio a lo largo de su trayectoria deportiva y que le llevaron por unas Paralimpiadas, dos mundiales, tres europeos y cuatro Juegos Internacionales de Stoke Mandeville. No faltó a ningún compromiso oficial desde 1973 a 1979.

Los Juegos Paralímpicos, como se ha indicado, fueron los de Toronto 1976, adonde el técnico nacional, José Barbero, desplazó a tres andaluces del Virgen del Rocío (Montenegro, Ángel Alamillo y Manuel Moreno) además de Guerrero, Clúa, Domingo Jiménez, Manuel Solaz, Sabaté, Llorens, Ramos, Jesús Gallego y Santana. Con nada menos que 21 conjuntos en liza en la primera fase, España perdió ante Argentina (46-73) y Alemania Federal (41-59), empató con Reino Unido (38-38) y ganó a Dinamarca (68-29), lo que la situó en la 4.ª plaza del grupo C. Como solo pasaban a cuartos de final los dos primeros de cada uno de los cuatro grupos, ahí terminó el recorrido de los españoles. El torneo lo ganó Estados Unidos, que derrotó en la final a Israel.

Respecto al Campeonato de Europa, Montenegro concurrió a Kerpape 1974 (5.º puesto), Raalte 1977 (7.º) y Kerpape 1978 (5.º), destacando que en el primero de ellos fue el máximo anotador del torneo. A su vez, en los International Stoke Mandeville Games, ganó la plata en 1974 y el oro en 1975 dentro del torneo B, este último junto a sus compañeros de club Barrera, Alcocer, Alamillo y Moreno y ganándose el pasaporte para Toronto. Luego, ya en la primera división de naciones, fue 6.º en 1977 y 4.º en 1978 en el torneo londinense.

Por último, hay que destacar la asistencia del linense a la Copa de Oro –antigua denominación del actual Campeonato del Mundo– de 1979. Se llevó a cabo en la ciudad estadounidense de Tampa (Florida) y España alcanzó una notable 7.ª posición. Desgraciadamente, en el vuelo de regreso a España, José Antonio sufrió un aneurisma cerebral y, a consecuencia del mismo, tuvo que dejar de jugar toda la temporada 1979-1980, esfumándose la posibilidad real –más bien certeza– de su presencia en los Juegos Paralímpicos de Arnhem. De hecho, nunca más volvió a la selección española, aunque sí siguió jugando muchos años a gran nivel en el Virgen del Rocío, hasta la temporada 1999-2000 inclusive, recordando sus compañeros cómo en la reaparición de José Antonio en la campaña 1980-1981 tuvo que llevar un casco protector para evitar complicaciones por golpes.

No podemos cerrar el relato de su larga etapa en Sevilla sin dejar de reseñar el accidente de tráfico que sufrió el 19 de julio de 1996 junto a su familia, en la salida de la autopista Sevilla-Cádiz, cuando se dirigía a su apartamento de Chipiona para disfrutrar con los suyos de la playa. Consecuencia del mismo, fallecieron su esposa Trinidad y un sobrino, lo cual afectó profundísimamente al gran jugador, como recuerdan sus compañeros y amigos.

Terminado su periplo en el Virgen del Rocío, en plena descomposición, José Antonio, con 46 años de edad, recibió desde su tierra una oferta que le devolvió el entusiasmo y el estímulo para continuar: jugar y entrenar en el novel Arco Iris de La Línea, promovido por Sebastián Ordóñez. El sí de nuestro protagonista abrió un nuevo capítulo en su dilatado historial deportivo y también en su vida personal, ya que, después de haber estado desplazándose desde Sevilla para jugar cada fin de semana durante los primeros años, resolvió volver a residir permanentemente en la localidad linense.

Con el Arco Iris, Pepín –así le llamaban en el Campo de Gibraltar– militó en Tercera (2000-2001 y 2001-2002), Segunda (2002-2003) y Primera División (2003-2004 y 2004-2005). Su último partido lo jugó el 19 de diciembre de 2004, contra el Amiab en Albacete, correspondiente a la quinta jornada de liga. Unos días más tarde se sintió mal y sus hijos (José Manuel, Isaac y María) decidieron su traslado e ingreso en el Virgen del Rocío de Sevilla, donde murió el 18 de enero de 2005… Precisamente allí donde nació como jugador… El círculo de la vida.

La pérdida de José Antonio dejó un profundo vació en el baloncesto en silla y en todos los que le conocieron. Sus cenizas fueron esparcidas desde un barco en la Playa de Poniente de La Línea, donde se bañaba de niño.

Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 17 de octubre de 2020