Ignacio Rodríguez Molina

DEPORTISTAS OLÍMPICOS Y PARALÍMPICOS ANDALUCES

Ignacio Rodríguez Molina
Paralímpico

Ignacio
Rodríguez

Granada

Ignacio Rodríguez Molina

27.05.1971

Granada

1
Juegos ParalímpicosDeporteCategoríaPrueba
Resultado
1992 Barcelona (España)Ciclismo_CarreteraMixtaFondo en tándem
Medalla de oro


Biografía de Ignacio Rodríguez Molina

Este granadino tiene el inmenso honor de haber sido artífice, como guía de su paisana Belén Pérez –deficiente visual–, del primer oro paralímpico del ciclismo andaluz, el que logró este tándem mixto en la prueba de fondo en carretera de los Juegos de Barcelona 1992. Hijo de Felipe y Victoria, Ignacio, nacido en Granada capital el 27 de mayo de 1971, se inició en el ciclismo durante la adolescencia en el seno del club de Huétor Vega, localidad donde vivía su familia, y luego compitió como cadete con la Peña Ciclista Joaquín Galera de Armilla antes de pasar por los equipos Tech Luz y Ávila Rojas en su etapa juvenil y amateur.

A principios de los años noventa era, sin duda, una de las grandes perlas de la cantera ciclista andaluza, destacando además no solo en la carretera sino también en el barro. Campeón andaluz de ciclocross juvenil (1989) y aficionado (1990), en la campaña 1991 apostó por la pujante bicicleta de montaña, proclamándose campeón regional de rally y subcampeón de España –en La Ametlla (Barcelona)– tanto en esa prueba como en cronoescalada, en ambos casos por detrás de Paco Sala. Resultados que le valieron la convocatoria para el Campeonato del Mundo disputado en Il Ciocco (Italia), tomando parte en las pruebas de descenso y rally.

De vuelta al asfalto, Ignacio reunió como aficionado un brillante palmarés con el jersey del equipo de la tierra, Ávila Rojas, en el que sobresalen los triunfos en las etapas reina de la Vuelta a Navarra y el Circuito Montañés de 1994, y las generales de las vueltas a Alicante y Cartagena de 1995, año en que también se impuso en la Clásica de Torredonjimeno, la más importante prueba andaluza de un día, y en las etapas contrarreloj de la Vuelta a Álava y el Cinturón de Mallorca.

Para rematar su etapa aficionada, se proclamó en 1995 campeón nacional de contrarreloj en Segovia, siendo 4.º en la clasificación general –la prueba se disputó en el formato abierto y él fue el mejor de los 13 aficionados participantes–, superado tan solo por Melchor Mauri, Ángel Casero y Aitor Garmendia, quedándose a apenas 36 segundos del vasco –y la medalla de bronce– y batiendo a otros profesionales notables como Álvaro González de Galdeano y Juan Carlos Domínguez.

Tras una más que destacada trayectoria en el campo amateur, alcanzó por fin el profesionalismo en la campaña de 1996, cuando fichó por el poderoso equipo italiano Saeco, donde militaba como líder absoluto el mejor velocista de la época, Mario Cipollini, y también figuraba un aspirante al triunfo en las grandes vueltas, Francesco Casagrande. En tales circunstancias, además de trabajar sin desmayo para ambos, el andaluz tuvo escasas oportunidades de mostrar su calidad en las dos temporadas que permaneció en la escuadra transalpina, en las que ni siquiera tuvo la oportunidad de debutar en alguna de las tres grandes vueltas por etapas. En su hoja de servicios, destaca únicamente la 5.ª plaza en el Campeonato de España de Contrarreloj de 1996, una prueba ciertamente devaluada ese año por la poca presencia de corredores elite-UCI y que finalizó a 1:54 del ganador, el vitoriano Íñigo González de Heredia. Así, al concluir el curso 1997, debió cerrar, desencantado y sin ofertas, su periplo profesional.

Fueron seguramente esas dotes de contrarrelojista, ya atisbadas en sus años de juventud, las que le valieron la captación de la ONCE para ser guía de Belén Pérez de cara a los Juegos Paralímpicos de Barcelona 1992. Como preparación a la gran cita deportiva, la buena química de la pareja ciclista fue refrendada con la conquista de cuatro títulos nacionales: en ruta, se proclamaron campeones de España de fondo y de contrarreloj por equipos representando a Granada –tres tándems por cada equipo–, precisamente en la ciudad de la Alhambra; y en pista hicieron lo propio en las pruebas de kilómetro y persecución, en un campeonato celebrado en Valencia. Además, el dúo se hizo con el triunfo final en la categoría mixta en la prestigiosa Vuelta a Bélgica tras ocupar la 10.ª plaza general.

De tal manera, el binomio granadino se presentó con las máximas aspiraciones en la Ciudad Condal y Belén Pérez e Ignacio Rodríguez ratificaron su favoritismo colgándose la medalla de oro en fondo en carretera, prueba celebrada el 12 de septiembre con 11 tándems en liza. Al término de los 66 kilómetros de que constó la carrera, los andaluces detuvieron el reloj en una hora, 41 minutos y 37 segundos, aventajando en más de 40 segundos a los estadounidenses Elizabeth Heller y Gregory Evangelatos y en un minuto largo a los italianos Maria Erlacher y Klaus Fruet, que les acompañaron en el podio, luego de que atacaran en uno de los repechos del circuito, a dos vueltas del final, sin que nadie pudiese seguirles.

Los éxitos de estos jóvenes granadinos se repitieron en 1993. En el Campeonato de España de carretera revalidaron su cetro en Valladolid en la prueba en línea y debieron conformarse esta vez con la plata en la crono por equipos (de nuevo con Granada), mientras en el certamen en pista sí renovaron su condición de campeones tanto en kilómetro como en persecución, a lo que añadieron un tercer metal (bronce) en velocidad, en una cita llevada a cabo otra vez en el velódromo Luis Puig de Valencia. Revalidaron igualmente su victoria entre los tándems mixtos del Tour de Bélgica, esta vez como novenos en la general.

En el concierto internacional, Rodríguez y Pérez compitieron ese año en el Campeonato de Europa, en París (Francia), refrendando su hegemonía, ya que conquistaron tres medallas de oro: en fondo en carretera y en kilómetro y persecución en pista, donde también fueron 5.º en velocidad. Sin embargo, la pareja debió disolver su alianza al año siguiente, ya que Ignacio se hallaba en el momento decisivo para demostrar que tenía un hueco en profesionales, como en efecto confirmó en las campañas sucesivas de 1994 y 1995, plagadas de éxitos que le valieron su pase al Saeco.

Después de colgar la bicicleta en 1997, con solo 26 años, el granadino ha seguido vinculado al mundo del pedal ejerciendo distintas facetas. Como director deportivo dirigió al conjunto donde se formó, el Ávila Rojas, y al Ceuta-Redfreecom, durante casi una década. Posteriormente, gracias a su formación, ha desempeñado labores de osteópata y masajista en los equipos ciclistas profesionales Andalucía, Argos, Giant, Bora, IAM e Israel Cycling Academy, y ha trabajado en Sierra Nevada atendiendo a numerosos ciclistas, nadadores y atletas. De hecho, colaboró con un grupo de atletas portuguesas en su preparación de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.

Actualmente, Ignacio sigue residiendo en Huétor Vega junto a su mujer, María José, y sus tres hijas, Claudia, Cristina y Katerina, y en el mismo pueblo tiene la consulta profesional que compagina con la labor en el mundo del ciclismo profesional en el seno del conjunto Israel Start-Up Nation.

Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 21 de octubre de 2020