Francisco Manuel Hervás Tirado

DEPORTISTAS OLÍMPICOS Y PARALÍMPICOS ANDALUCES

Francisco Manuel Hervás Tirado
Olímpico

Paco
Hervás

Sevilla

Francisco Manuel Hervás Tirado

07.03.1962

Utrera (Sevilla)

1
Juegos OlímpicosDeporteCategoríaPrueba
Resultado
1992 Barcelona (España)VoleibolMasculinaVoleibol
Puesto 8


Biografía de Francisco Manuel Hervás Tirado

Este componente del mítico equipo nacional que obtuvo el diploma en los Juegos de 1992, considerado el mejor colocador de voleibol que ha dado Andalucía, nació el 7 de marzo de 1962 en Utrera, localidad de la campiña sevillana en la que discurrieron únicamente los primeros años de su infancia ya que, debido a la profesión de su padre, Paquito fue cambiando de domicilio casi todos los años hasta que definitivamente la familia Hervás Tirado –sus padres, Francisco y Josefina, con sus cuatro hijos, siendo él el mayor– se estableció en Alcorcón (Madrid).

En este periplo geográfico, el pequeño Francisco conoció distintas modalidades deportivas, empezando por el voleibol de la mano de su tío Manolo Tirado, maestro del Colegio Público Álvarez Quintero de Utrera y en cuyo palmarés figuran varios campeonatos de España femeninos en categorías cadete e infantil. Posteriormente, nuestro biografiado se empapó de otros deportes, tales como el hockey patines, baloncesto, gimnasia artística o fútbol, aunque la semilla plantada por su tío terminó germinando efectivamente y Paquito se comprometió con el voleibol ya una vez instalado en tierras madrileñas.

Con 15 años, completó su primera temporada voleibolística oficial jugando de central en el Club Social Parque de Lisboa alcorcoleño, dirigido por Luis Osorio, y en el curso siguiente pasó, de la mano de Manolo Sánchez, al equipo juvenil del CV Salesianos de Atocha, o lo que es lo mismo, a la sección de voleibol del Atlético de Madrid, a raíz del acuerdo firmado en 1966 por ambas entidades. En el seno de esta estructura, el jugador sevillano empezó a entrenar con algunos de los mejores jugadores del país, estando muy cerca de ilustres como Paco Sánchez Jover, Javier Buendía, Manolo Ortiz, Francisco Rojano, Mateo Sánchez, Javi Díez, Luiso Álvarez y otros que preparaban la participación en el Mundial júnior de 1977, en Río de Janeiro (Brasil). En tal ambiente, la progresión del joven utrerano fue exponencial, datando de entonces su reconversión a colocador, función en el campo que le fue asignada por el entrenador del equipo, Diego Callejón Lirola, y que ya nunca abandonaría.

Entre los éxitos de esta etapa, cabe reseñar que en 1979 y 1981 ganó con el cuadro madrileño el Campeonato de España juvenil y que luchó con la selección española por la clasificación para el Campeonato del Mundo júnior de 1981, en Colorado Springs (Estados Unidos), además de debutar en el combinado nacional absoluto en el Torneo de Hungría de 1981, en Dunaújváros, contra el seleccionado de Cuba, respondiendo a la llamada del nuevo seleccionador español, el también sevillano Pepe Díaz.

Paco Hervás, a la par que comenzaba la licenciatura de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en el Instituto Nacional de Educación Física de Madrid, accedió a la categoría sénior en 1981. Lo hizo con el primer equipo del Salesianos, ya sin uniformidad y escudo del Atlético de Madrid pues este había disuelto “su” primer equipo en el verano de 1977 y solo mantenía el cuadro juvenil, si bien en la campaña 1983-1984 efectuó una efímera reaparición en la máxima categoría, de nuevo sobre la estructura del Salesianos.

Sea con la camiseta roja sea con la rojiblanca aquel esporádico año, Hervás cumplió un ciclo de siete temporadas (1981-1982 a 1987-1988) en uno de los grandes equipos del voleibol nacional del momento, siempre en Primera División/División de Honor –en la campaña 1983-1984 se produjo el cambio de denominación–, contribuyendo con su juego de pases precisos, distribución acertada y buenas dotes defensivas a logros como el título de liga en 1985, la segunda posición en 1987 y los subcampeonatos de la Copa del Rey en 1985 y 1986.

Paralelamente, en todos estos años fue ganándose la confianza de los sucesivos seleccionadores españoles –Pepe Díaz (1981-1985), Viktor Krevsel (1986-1987) y Miguel Ocón (1988)–, quienes fueron contando con Paco Hervás para compromisos cada vez de mayor enjundia, tales como los Juegos Mediterráneos de Casablanca 1983 (6.º puesto) y Latakia 1987 (medalla de oro), los campeonatos de Europa de Holanda 1985 y Bélgica 1987 (en ambos casos, 12.º y últimos) y la Spring Cup de Lausana 1987 (medalla de plata), estando ausente en el formidable triunfo logrado por el equipo español en la edición de 1984, en Palma de Mallorca. Recordar que la Copa de Primavera o Spring Cup era una prestigiosa competición anual para selecciones nacionales de la Europa occidental, considerado un europeo oficioso de esta parte del continente.

Llegamos así al trascendental comienzo del ciclo olímpico 1988-1992 y a un cambio decisivo en la vida de Hervás, inmerso en aquella revolución que desde ese año sufrió el deporte nacional con vistas a la participación en los Juegos de Barcelona. Nuestro biografiado fue uno de aquellos privilegiados que quedó al abrigo del novedoso Plan ADO, siendo incluido en el selecto grupo de trabajo que, en concentración permanente, estableció la Real Federación Española de Voleibol con vistas a extraer su equipo olímpico. Allí, a las órdenes de los técnicos Pepe Díaz y Gilberto Herrera, de los cuales aprendió entrega, profesionalismo y honradez, el colocador andaluz se hizo un hombre imprescindible, respondiendo con trabajo y disciplina a tan dura preparación que, en cifras, podría describirse en 972 días de concentración y 322.661 kilómetros recorridos para realizar concentraciones y jugar partidos amistosos y oficiales.

Realmente, el recorrido competitivo del equipo fue irregular, con muchos altibajos y resultados dispares como la eliminación en dos fases de clasificación para el Campeonato de Europa, por un lado, y la 6.ª plaza en el Mundial B de Japón 1990 y la medalla de bronce en los Juegos Mediterráneos de Atenas 1991, por otro. Pero, como reza una máxima deportiva, lo mejor estaba por llegar y sucedió en los propios Juegos Olímpicos de 1992, con la consecución de un soberbio diploma olímpico por obra y gracia de Rafa Pascual, Paco Sánchez Jover, Ángel Alonso, Venancio Costa, José Miguel Maroto, Juan Carlos Robles, Jesús Sánchez, Héctor López, Jesús Garrido, Ernesto Rodríguez, Benjamín Vicedo y, cómo no, Paco Hervás, de capitán.

El combinado rindió, sin duda, a gran nivel en el torneo olímpico y se clasificó 8.º (de 12 naciones) después de caer, por la 5.ª plaza, ante Italia (0-3) y Equipo Unificado (2-3). Previamente, en cuartos de final, Cuba (0-3) le había apartado de las medallas, mientras que en la primera fase (grupo A), España triunfó ante Canadá (3-2), Japón (3-2) y Francia (3-2) y cayó frente a Italia (0-3) y Estados Unidos (2-3).

Justo después de los Juegos, con la maleta llena de experiencias, Francisco Hervás se retiró como jugador, luego de haber sumado 312 partidos internacionales absolutos y de haber completado su última etapa como jugador de club en el Puerto Malagueño (CV Benalmádena) de Málaga durante las temporadas 1988-1989 y 1989-1990 y en el Constructora Alcalá (CV Cisneros) de Tenerife en las campañas 1990-1991 y 1991-1992, siempre en División de Honor y destacando como gran logro el subcampeonato de la Copa del Rey de 1991.

En ambos equipos, el andaluz actuó como jugador-entrenador, faceta esta última que ocuparía su vida laboral y deportiva a partir de 1993 pues ese año se incorporó al cuerpo técnico de la Real Federación Española de Voleibol, donde fue ejerciendo sucesivamente las labores de presidente del Comité Nacional de Entrenadores, responsable de promoción, responsable del programa olímpico de vóley-playa, segundo entrenador del equipo nacional júnior y sénior, seleccionador nacional absoluto femenino de 1997 a 2000 –compatibilizó el cargo con la dirección técnica del club malagueño Iversur– y seleccionador nacional absoluto masculino desde 2001 a 2005, contribuyendo en este último cargo a logros como la medalla de plata en los Juegos Mediterráneos de Almería 2005 y el tercer puesto en la Liga Europea el mismo año.

A su destitución en agosto de 2005, por diferencias con diversos jugadores del equipo, pasó a otros proyectos como la dirección técnica del equipo Universidad de Málaga Probisa Pizarra en la temporada 2006-2007, al término de la cual, en el mes de abril, fue llamado para dirigir la selección nacional promesa masculina. Paralelamente, impartió la asignatura de voleibol en la Escuela Autónoma de Dirección de Empresas de Málaga y también fue gerente del Patronato Municipal de Deportes de Torremolinos (Málaga).

Más tarde, regresó a los banquillos de los primeros equipos nacionales. En 2010 fue nombrado segundo entrenador del combinado masculino y de febrero de 2012 a octubre de 2013 ostentó el mando, como seleccionador nacional, del equipo absoluto femenino. Después, aceptó el ofrecimiento llegado desde Perú para dirigir al equipo femenino del Club de Regatas Lima en la Liga Nacional Superior de Voleibol de aquel país, de modo que en noviembre de 2013 el andaluz hizo otra vez el equipaje y emprendió esta ilusionante aventura que se prolongó por cinco temporadas (2013-2014 a 2017-2018) en el mismo club de la capital, al que ayudó a la obtención del título liguero en 2017 –el quinto de su historia– y el subcampeonato en 2016. En 2018 fue nombrado seleccionador nacional femenino de Perú, cargo que ha desempeñado hasta 2020 logrando la medalla de bronce en el Campeonato Suramericano de 2019.

Por lo demás, Paco es instructor de la Federación Internacional de Voleibol desde el año 2010 y vive a caballo entre Benalmádena y Lima junto a su mujer, la estadounidense Amy, y sus dos hijas, Sara y María.

Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 19 de diciembre de 2020