Francisco López Barea

DEPORTISTAS OLÍMPICOS Y PARALÍMPICOS ANDALUCES

Francisco López Barea
Sevilla

Francisco López Barea

12.02.1965

Sevilla

3
Juegos OlímpicosDeporteCategoríaPrueba
Resultado
1984 Los Ángeles (EE.UU.)Piragüismo_TranquilasMasculinaC-1 500 m
Puesto 9
1984 Los Ángeles (EE.UU.)Piragüismo_TranquilasMasculinaC-1 1.000 m
Puesto 9
1988 Seúl (Corea del Sur)Piragüismo_TranquilasMasculinaC-1 1.000 m
Eliminado en semifinales
1992 Barcelona (España)Piragüismo_TranquilasMasculinaC-1 500 m
Eliminado en semifinales


Biografía de Francisco López Barea

Considerado unánimemente el mejor canoísta andaluz de todos los tiempos, Paco López Barea se mantuvo en la primera línea competitiva desde 1981, con la obtención de la primera medalla de oro nacional, hasta 1992, año de la tercera y última participación olímpica, habiendo obtenido en estas doce temporadas, entre otros éxitos, 26 títulos nacionales absolutos en C-1 y en distintas distancias –desde 500 a 10.000 metros– y la clasificación para seis finales del Campeonato del Mundo, a las que se añaden dos en los Juegos de Los Ángeles 1984.

Nacido el 12 de febrero de 1965 en Sevilla, hijo de Leopoldo y María y octavo de nueve hermanos, desde muy joven tuvo que competir para superar todos los avatares de una vida difícil y compleja, lo cual modeló necesariamente su personalidad hacia rasgos como la tozudez, la constancia, el trabajo y la sencillez. Gran amigo de sus amigos y siempre fiel a su entorno deportivo y laboral, los inicios en la piragua se produjeron en octubre de 1977, con 12 años, de la mano de su amigo y compañero de clase Miguel Ángel Puig “Miki”, quien supo transmitirle la pasión por la canoa.

Junto a Miki empezó a entrenar en el Guadalquivir al amparo del Real Círculo de Labradores de Sevilla y asumiendo los mensajes de José Luis Hernández “Pepehillo” y José Díez Prior como dogma: la necesidad de trabajar para lograr los objetivos personales. Así, con este rigor y dedicación, y dirigido por otra persona significativa para Paco y para muchos palistas sevillanos como fue Rafael Pineda, padre deportivo y hacedor de muchos campeones, el talento y la perseverancia de nuestro protagonista fueron progresando y despertando el interés del seleccionador nacional, Eduardo Herrero, quien en 1981 le incorporó al equipo nacional júnior, aunque entrenando con el cuadro sénior al lado de figuras como Herminio Menéndez, Guillermo del Riego, Luis Gregorio Ramos Misioné y José Ramón López Díaz-Flor, entre otros.

Desde este año a 1984, Paco López Barea se hizo dueño en España del C-1 en todas las distancias (500, 1.000, 5.000 y 10.000 metros) sin desentonar en regatas internacionales como las de Vichy (Francia), Malinas (Bélgica) y Bochum (Alemania Federal), lo que le dispensó la selección para formar parte del equipo español que compitió en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, con solo 19 años de edad.

Inmensa alegría para el bueno de Paco que en la sede del lago Casitas –donde debutó el 6 de agosto en la primera ronda de los 500 metros– tuvo su continuación merced a una notable actuación que le permitió acceder a las finales en las dos pruebas que disputó. En C-1 500 metros, con 13 palistas en liza, luego de tres regatas (primera ronda, repesca y semifinales), llegó a la final del 10 de agosto en la que acabó 9.º y último con un tiempo de 2:03.95, a casi 7 segundos del vencedor, el canadiense Larry Cain (1:57.01).

Sobre 1.000 metros y con 11 palistas en liza, el andaluz se ganó en la repesca el puesto en la final del día 11, con idéntico resultado en la regata definitiva: 9.º, a 17 segundos del campeón, el alemán federal Ulli Eicke. Lástima en ambos casos pues por un puesto no se llevó a Sevilla sendos diplomas olímpicos.

En el siguiente ciclo de cuatro años y amén de los numerosos triunfos en el Campeonato de España absoluto, siempre en C-1, encadenó presencia en las tres ediciones del Campeonato del Mundo, con destacados resultados en la distancia de 10.000 metros, tales fueron la 7.ª posición en Mechelen 1985, en Bélgica, y la 9.ª en Montreal 1986. A ellos, habría que unir los podios obtenidos en las regatas internacionales de Duisburgo, Ámsterdam y París en 1986, que en su conjunto avalaron la elección de los técnicos de la Real Federación Española de Piragüismo para llevarlo a los Juegos de la XXIV Olimpiada de Seúl 1988.

En el canal de regatas de Misari, Paco se quedó a las puertas de una nueva final olímpica al terminar el 29 de septiembre en 4.º lugar la segunda semifinal –clasificaban los tres primeros de cada una de las tres semifinales–, lo que le otorgaría un oficioso 11.º lugar (entre 15 botes) en función de los tiempos.

Después de estos Juegos y en plena juventud deportiva, el canoísta sevillano continuó el dominio ejercido en los años precedentes en el ámbito del Campeonato de España y en el bote individual, amén de seguir ocupando un lugar en la élite internacional, como demuestran sus actuaciones en regatas como las de Malinas y Szeged (Hungría) en C-1 200 y C-1 500 en 1991 y 1992 y especialmente en el Campeonato del Mundo. En 1989, en Plovdiv (Bulgaria), se multiplicó para competir en tres pruebas y en otras tantas finales, aupándose a los puestos 5.º en C-4 1.000, 7.º en C-1 1.000 y 8.º en C-4 500. Por su parte, en 1990, en Poznan (Polonia), cerró en la 9.ª posición su última final mundialista, en C-4 500.

Todos estos resultados, luego de haber superado una lesión que le obligó a parar durante cinco meses de 1991, le otorgaron el privilegio de participar por tercera vez en las Olimpiadas, con especial significación esta vez por tratarse de los Juegos de “casa”, Barcelona 1992. Designado para representar a España en la prueba de C-1 500 metros en el canal olímpico de Casteldefels, nuestro biografiado cerró su participación el 5 de agosto con un 7.º puesto en la segunda semifinal que le privaba de estar en la final –accedían los 4 primeros y un tiempo- y que le llevaba a un oficioso puesto 13.º, entre 19 botes.

A la conclusión de estos Juegos, no muy satisfecho de los resultados logrados y después de doce años ininterrumpidos de entrenamientos y competiciones con el equipo nacional en concentración permanente, Paco López Barea, 35 veces internacional, decidió dejar la alta competición para dedicarse a formar nuevos palistas en el Labradores –obtuvo el título de entrenador nacional de remo y piragüismo–, aunque estuvo compitiendo en eventos nacionales hasta 1998.

Actualmente, el sevillano vive en su ciudad natal junto a su esposa, Elena, y cuatro hijos –Alejandro, Ana, Jorge y Helena– y regala su experiencia y conocimiento en el Centro Especializado de Alto Rendimiento de Remo y Piragüismo de la Cartuja, en Sevilla, donde trabaja como coordinador de programas deportivos, así como en el Real Círculo de Labradores, donde ejerce como entrenador.

Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 3 de diciembre de 2020