Faustino Reyes López

DEPORTISTAS OLÍMPICOS Y PARALÍMPICOS ANDALUCES

Faustino Reyes López
Olímpico

Faustino
Reyes

Sevilla

Faustino Reyes López

27.04.1975

Marchena (Sevilla)

1
Juegos OlímpicosDeporteCategoríaPrueba
Resultado
1992 Barcelona (España)BoxeoMasculinaPluma
Medalla de plata


Biografía de Faustino Reyes López

La vida de Faustino Reyes es un relato de brillo y oscuridad. La historia de un púgil con cara de niño y edad de adolescente, apuesto –aún recuerda cómo Arantxa Sánchez Vicario le dijo en el desfile de inauguración de Barcelona 92 que era demasiado guapo para ser boxeador–, de ojos claros, al que la gloria le llegó demasiado pronto y el declive muy rápido, alejándose del mundo hasta tener como única compañía aquella que es indeseable y traicionera.

Faustino, primer boxeador español finalista en unos Juegos Olímpicos y el más joven medallista masculino de la historia de nuestro deporte, conquistó la medalla de plata del peso pluma en 1992 con solo 17 años y se convirtió por su juventud, simpatía y carisma en uno de los iconos nacionales en aquellas Olimpiadas, las de casa.

Nacido el 27 de abril de 1975 en Marchena en el seno de una familia humilde compuesta por sus padres, Faustino y Teodora, y siete hijos incluido él, Faustino vivió en la localidad sevillana hasta los 11 años, habiendo empezado en la misma su formación académica en el Colegio Público Padre Marchena y sus “coqueteos” con el deporte, concretamente el fútbol, en el que no era malo –jugó con el equipo del colegio la final del campeonato provincial escolar. Nos obstante, en 1986 toda la familia mudó a Almería, debido al trabajo que su padre consiguió en el restaurante Los Reyes por mediación de un familiar. Ubicado en el barrio del Zapillo de la ciudad almeriense, Faustino tomó contacto con el boxeo por mediación de unos amigos que le invitaron a él y a tres de sus hermanos a un gimnasio, en la otra punta de la ciudad. Allí, empezó a hacer guantes y conoció al legendario entrenador –ya fallecido– Fernando Serra Rodríguez, responsable de la escuela provincial de boxeo y con el que labró una profunda amistad y relación deportiva. Había química entre ambos.

En aquellos primeros compases, Fernando vio en el marchenero tales cualidades que le invitó a vivir en su casa –Faustino tenía entonces 12 años– para que pudiese entrenar intensamente y tuviese una alimentación adecuada y el descanso necesario de acuerdo con los niveles de entrenamiento. Aceptada la oferta, nuestro protagonista empezó a crecer con inusitada celeridad como persona, aceptando la responsabilidad de entrenar, trabajar en la limpieza del gimnasio –Fernando le asignó un sueldo de 200 pesetas al mes– y estudiar en el Colegio Público Romualdo de Toledo hasta la obtención del graduado escolar –venía de haber suspendido dos veces 6.º de EGB–, y también como deportista, fogueándose en los combates de exhibición que Serra organizaba para los chavales de la escuela y que ascendieron a 33 en el caso de nuestro biografiado, ya conocido por el Niño por las facciones de su rostro.

Tras esta etapa de aprendizaje y formación, cubierta a ritmo veloz, el 3 de febrero de 1989 Faustino llevó a cabo su primera pelea oficial con motivo de un encuentro provincial entre Almería y Huelva, saldada con triunfo a los puntos frente al onubense Antonio Cordero, en la categoría de 42 kg.

Meses después de su debut, obtuvo el primer título nacional en categoría juvenil, con 13 años. Fue el 21 de octubre de 1989, en su ciudad de adopción y en el peso minimosca. Faustino tenía hambre por vivir y disfrutar de esta oportunidad que le había sido concedida y este sentimiento se expresaba a través de sus puños. Al año siguiente (1990) ganaba en Algeciras (Cádiz) el Campeonato de España júnior del peso mosca y en 1991 hacía lo propio en el peso pluma (57 kg), en Lanzarote, pero, atención, también se imponía en el Campeonato de España aficionado –la categoría sénior– con solo 15 años.

Su envergadura, altura (1,72 metros) e insistente pegada le hacían un púgil temible en el peso pluma pese a la teórica –que no real– bisoñez que podía presumirse de tan corta edad y, por tal motivo y a consecuencia del entorchado nacional, fue incluido en el equipo nacional que dirigía Manolo Pombo, de forma que a poco menos de un año de los mismos entraba en la carrera por estar en los Juegos Olímpicos de 1992.

Siempre dirigido en Almería por su padre deportivo y consejero, Fernando Serra, el andaluz debutó internacionalmente el 15 de octubre de 1991 en el Torneo Dimitria/Alexandria de Salónica (Grecia), reservado a los júniors, y ganó la medalla de oro en el peso pluma. Cuatro meses más tarde, del 15 al 22 de febrero de 1992, se presentó en Badalona al Torneo Internacional de España, el Boxam, que hacía las veces de Preolímpico mundial y, en el caso del equipo español, de examen para determinar qué púgil representaría a España en cada una de las plazas que, en su condición de anfitrión, tenía asignada de oficio. Faustino concurrió al peso pluma junto al otro aspirante español, Manolo Calvo jr., de modo que su duelo en las semifinales tuvo una carga motivacional extra. Venció Faustino (11:5), que recibió el premio de llegar a su primera final internacional absoluta –también ganó, al australiano Jamie Nicholson- y de ganarse el derecho a estar en Barcelona 1992.

Antes de ello, como preparación, acudió en abril al Campeonato de Europa júnior, en Edimburgo (Reino Unido), donde perdió (11:18) en los cuartos de final del peso pluma ante el soviético Mikhail Silantev, quien se alzaría con el título.

Con estas credenciales y con el mensaje escrito que dejó antes de comenzar los Juegos –“si consigo una medalla en Barcelona se la ofreceré al Rey Juan Carlos I, al que he tenido el honor de estrechar la mano”–, el marchenero-almeriense Faustino Reyes concurrió con 17 años y 3 meses de edad a los Juegos de la XXV Olimpiada y concretamente al pabellón de Badalona, donde tuvo que dar lo mejor de sí mismo para llegar a una final inesperada. Y decimos que tuvo que ofrecer su mejor versión pues los rivales –hubo 31 púgiles en el peso pluma– fueron de gran calidad, empezando por el británico Brian Carr, al que derrotó (22:10) en primera ronda el 29 de julio. Luego llegaron el tailandés Somluck Kamsing –el siguiente campeón olímpico– en octavos de final (24:15), el cubano Eddy Suárez en cuartos de final (17:7) y el georgiano Ramazi Paliani, a quien venció en semifinales (14:9), a cuyo término Juan Carlos I acudió a los vestuarios.

En una entrevista concedida al periódico La Voz de Marchena, nuestro biografiado recuerda que “llegar al vestuario fue una locura. Primero una voluntaria me pidió que le diera algo que tuviera, cualquier cosa, y le di los calzoncillos, y luego ya llegó el Rey. Le traté de usted y no me acordaba de que había que llamarle Majestad, como me dijo Fernando Serra. Luego me felicitó por haber defendido muy bien a España y yo estaba preocupado porque se iba a mojar. Estaba todo sudado. A él no le importó. ‘Es sudor de campeón’, me dijo”.

Definitivamente, en el combate final del 9 de agosto el alemán Andreas Tews –subcampeón olímpico del peso mosca en Seúl 1988 cuando representaba a Alemania Oriental y cuatro años mayor– impuso su condición de favorito y batió por 7:16 a Faustino, quien se tuvo que conformar con una pese a todo formidable medalla de plata, la cual le proporcionó una popularidad inusitada, siendo sus homenajes en Almería –tiene el Escudo de Oro de la ciudad desde 1991– y Marchena un fenómeno social de masas.

Tras el gran éxito y el reconocimiento alcanzado en los Juegos, Faustino se marchó a vivir a Madrid para entrenar con el equipo nacional y el seleccionador Pombo, abandonando Almería y a su descubridor, Fernando Serra, “su alma”, como lo define. Fue una ruptura deportiva que, con el paso del tiempo, devino en ruptura personal hasta que años más tarde maestro y discípulo volvieron a verse y quedaron en paz, antes de la muerte del entrenador.

El nuevo ciclo olímpico trajo a Faustino, por tanto, nueva ciudad, nuevos compañeros, nueva categoría –saltó dos pesos y pasó del pluma (54-57 kg) al superligero (60-63,5), sin pasar por el ligero (57-60)– y nuevo entrenador, Manuel Pombo, de estilo diferente al del marchenero y con el que nunca llegó a cuajar una buena relación, aunque los resultados fueron satisfactorios: tres triunfos (Oviedo 1993, Torrevieja 1994 y Algeciras 1995) y una medalla de bronce (Oviedo 1996) en el Boxam, 9.º clasificado en los Juegos Mediterráneos de Languedoc-Rosellón 1993, medalla de oro en el Torneo Strandja 1995 en Sofía (Bulgaria), medalla de bronce (peso welter) en el Torneo Feliks Stamm 1994 en Varsovia (Polonia) y campeón de España sénior en 1995 en Valencia.

Por el contrario, en mayo de 1995 debutó en el Campeonato del Mundo sénior, en Berlín (Alemania), y fue eliminado en octavos de final del peso superligero por el local Oktay Urkal, perdiendo gran parte de las opciones de clasificación para los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 –se premiaba con una plaza a los cuartofinalistas. Solo quedaba ser campeón de Europa para ir a los Juegos y tampoco pudo ser. En marzo de 1996 en el Europeo celebrado en Vejle (Dinamarca) cayó derrotado claramente en los octavos de final del superligero ante el bielorruso Sergey Bykovskiy.

A pesar de ello, recibió una invitación para participar en las Olimpiadas, si bien esta circunstancia quedó sumida en una nebulosa que finalmente deparó que el andaluz no pudiese defender su medalla de plata. Recogiendo el testimonio de Faustino, “a falta de diez días para el inicio de los Juegos llamaron desde el Comité Olímpico Español a la Federación Española de Boxeo para comunicar que mi invitación especial de la organización había sido vendida. A continuación, Rubén Martínez, presidente de la Española y con el que me unía una buena relación, me llamó llorando porque un país árabe había puesto mucho dinero al COI y había comprado la invitación, así que esa plaza ya no era para mí”.

Aquel suceso detonó todo lo que Faustino había concentrado dentro de sí por el distanciamiento con Fernando Serra, las diferencias con Pombo y el trato que recibía en Madrid, que él no consideraba adecuado para un medallista olímpico, y cayó en el consumo de drogas. Deportivamente, este paso supuso el ocaso de su carrera. En 1997 perdió el primer combate en los Juegos Mediterráneos de Bari –le derrotó el italiano Ciro Di Corcia, aunque quedó en 5.ª posición– y en el pesaje del Campeonato del Mundo de Budapest (Rumanía) no dio la cifra necesaria para poder participar en el superligero –siempre hubo de ser muy disciplinado en la comida para mantenerse en los márgenes.

En tales condiciones, en 1998 abandonó el boxeo, desapareció y, una vez tocó fondo, ingresó en 1999 en una clínica de desintoxicación en Francia de la que, afortunadamente, salió totalmente recuperado seis meses después. Paralelamente, se había casado con una chica alemana que había conocido a la edad de trece años, de nombre Kyo Mali Yung, de cuyo matrimonio nació una niña, Kyara Lis Reyes Yung, el 26 de agosto de 1999 en Berlín. Reunido con su esposa y su hija en la capital alemana tras haber salido de la clínica, volvió a entrenar e incluso a competir en 2000 en la Bundesliga de boxeo con el Club Hertha de Berlín. Sin embargo, el sevillano apenas duró medio año en Alemania. Inadaptado a la envergadura de la ciudad y su clima, regresó a España para intentar la clasificación olímpica. Una utopía que, al menos, le ilusionaba.

Para ello, se instaló en Madrid, donde simultaneó entrenamientos y trabajo de chófer de una agencia de alquiler de coches durante dos meses en la madrileña calle Orense, pero tampoco encajó en este trabajo y decidió volver a sus orígenes, a Marchena. Allí, sin trabajo continuo, vivió con su familia, convivió con los amigos de la infancia y se quedó esperando la promesa del ya fallecido Rubén Martínez de buscarle un trabajo en Alemania para vivir permanentemente con su mujer y hija.

Metido en la treintena y guiado por su pasión por el boxeo, empezó a entrenar a chavales de su pueblo y de 2006 a 2008, debido a sus conocimientos y experiencia, dirigió la escuela municipal de boxeo, de la que salieron un par de subcampeones de España, Antonio “Tete” Muñoz y José Manuel Durán, si bien tras tres años de entrenador la escuela sucumbió a la falta de apoyos y de suficientes talentos pugilísticos en Marchena.

Desde entonces, Faustino Reyes, con 136 combates en sus puños (86 victorias, 16 derrotas y 34 sin decisión) y 64 internacionalidades, miembro de la Real Orden del Mérito Deportivo en la categoría de medalla de plata (1994) y Premio Andalucía de los Deportes en 1992, ha trabajado donde y cuando ha podido, fundamentalmente en el campo, en la recogida de la naranja y la aceituna.

Actualmente, sigue viviendo en Marchena junto a su madre y se gana la vida ayudando algunas veces a un primo suyo en la venta de ropa en los mercadillos, con la ilusión de que, cuando cumpla los 50 años, cobrará 420.000 euros de la Libreta de Campeones que impulsó Juan Antonio Samaranch con La Caixa para los medallistas de Barcelona 92. Quizás entonces pueda volver a ver a su hija, que sigue en Berlín con su madre y a la que no ve desde que tenía dos años. Ya es mayor de edad.

Mientras todo eso sucede, muchos –el 11 de junio de 2016 recibió un homenaje en el primer Trofeo de Boxeo Olímpico del Ejido– aún recuerdan lo sucedido aquella noche del 9 de agosto de 1992, cuando el niño se hizo hombre.

Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 13 de noviembre de 2020