Enrique Molina Vargas

DEPORTISTAS OLÍMPICOS Y PARALÍMPICOS ANDALUCES

Enrique Molina Vargas
Olímpico

Enrique
Molina

Granada

Enrique Molina Vargas

25.02.1968

La Zubia (Granada)

2
Juegos OlímpicosDeporteCategoríaPrueba
Resultado
1996 Atlanta (EE.UU.)AtletismoMasculina5.000 m
Puesto 7
2000 Sídney (Australia)AtletismoMasculina10.000 m
No terminó


Biografía de Enrique Molina Vargas

En una entrevista publicada en el diario Ideal el 15 de marzo de 2016 con motivo de su regreso a la escena atlética para preparar el Campeonato del Mundo de Veteranos Málaga 2018, se calificaba a Enrique Molina como “el blanco que asomaba entre los negros”, en una descripción más que acertada de la trascendencia de este polifacético y entregado atleta en el contexto del fondo atlético español de los años 90 y principios del siglo XXI.

Enrique compartió pistas y compitió a gran nivel con iconos del atletismo mundial como los marroquíes Said Aouita e Hicham El Guerrouj, el argelino Nourredine Morcelli, los etíopes Haile Gebrselassie y Kenenisa Bekele, el keniano Daniel Komen y otros procedentes de África que ya habían “vetado” el acceso a atletas blancos a los puestos de honor de los grandes campeonatos en pruebas como los 3.000, 5.000 y 10.000 metros.

Ahí reside el inusitado valor del diploma que nuestro protagonista alcanzó en la final olímpica de 5.000 de Atlanta 1996 celebrada aquella calurosa noche del 3 de agosto en la que Venuste Niyongabo (Burundi), Paul Bitok (Kenia) y Khalid Boulami (Marruecos) coparon un podio íntegramente africano, tras el cual se clasificaron el alemán Dieter Baumann, el keniano Tom Nyariki, el americano Bob Kennedy y el español Molina, séptimo con un tiempo de 13:12.91, a cuatro segundos de la medalla de bronce. Sepa el lector que en las Olimpiadas celebradas a posteriori solo dos diplomas han escapado del dominio africano en esta prueba.

Deportista exigente, riguroso, serio, dedicado plenamente al atletismo, Enrique Molina Vargas fue coetáneo de otros grandes atletas nacionales como Abel Antón, Martín Fiz, Alberto García, Isaac Viciosa, Manuel Pancorbo o Anacleto Jiménez, con los que se batió y a los que batió, siendo reconocido como uno de los mejores fondistas españoles de su época, aunque sin duda le faltó la popularidad de algunos de los anteriores –quizás debido a su carácter reservado– y un gran resultado en forma de medalla al aire libre.

Los datos, sin embargo, son elocuentes cuando se comprueba qué posición ocupan todavía los registros personales del atleta andaluz en el ranking español de todos los tiempos: 3.º en 3.000 metros al aire libre (7:32.32, logrado el 4 de julio de 1997 en Oslo), 4.º en 3.000 metros en sala (7:39.19, el 4 de febrero de 1996 en Stuttgart) y 4.º en 5.000 metros (13:07.34, el 7 de julio de 1997 en Estocolmo).

Nuestro biografiado nació el 25 de febrero de 1968 en el pueblo granadino de La Zubia. Hijo de Andrés y Dolores, y menor de cuatro hermanos, comenzó en la práctica del atletismo gracias al segundo de ellos, Antonio, diez años mayor y quien fue su guía, ayudante, asistente y consejero en aquellos inicios que se produjeron a la edad de 12 años y en carreras populares del entorno.

Por entonces, La Zubia vivía intensamente el atletismo, al abrigo de los éxitos de un insigne zubiense de adopción como era Paco Sánchez Vargas, diploma olímpico en 3.000 obstáculos en Moscú 1980. Como bien sabemos, la referencia y la emulación del ídolo constituyen un perfecto trampolín de futuros campeones y esta causa-efecto se cumplió fidedignamente en el caso de Enrique, quien, entusiasmado por correr, a los 15 años pasó a manos de su primer entrenador, Santiago Amaro, para seguir una planificación de entrenamientos con objetivos competitivos.

Pronto, su entrega y calidad inherente dieron como resultado la asistencia a campeonatos nacionales, donde hemos de significar la medalla de plata en 1.500 metros en el Campeonato de España Júnior de 1987, año este en el que con un tiempo de 3:43.28 se posicionó en el tercer puesto del ranking europeo y en el 7.º del mundial de su categoría de edad.

Los siguientes escalones de la progresión de Enrique fueron dados con Sánchez Vargas de preparador. El ídolo ayudaba a la joven promesa y ello actuó de grandísimo estímulo para un Molina que, tras la inactividad de 1988 a causa del cumplimiento del servicio militar, obtuvo en 1989 marcas de cierta relevancia en el panorama nacional –3:42.37 en 1.500 y 8:07.8 en 3.000–, además de la internacionalidad sub-23.

Llegamos así a la importante temporada de 1990 en el devenir del zubiense. Ese año y luego de haber aprendido el oficio de fontanero junto a su hermano Antonio –de forma paralela a la formación como atleta–, obtuvo una plaza en el servicio de mantenimiento del Ayuntamiento de La Zubia. No obstante y pese a incorporarse a su puesto laboral, las veloces piernas de Enrique pedían más y más kilómetros y, tras reflexionar y viendo que no se le había dado mal eso de correr, apostó por ver hasta dónde podía llegar en el atletismo. Para ello, se alió con el entrenador sevillano Joaquín Muñoz Molina, quien, a pesar de la dificultad aparente de la dirección a distancia, arrancó de Enrique marcas tan significativas como 3:38.43 en 1.500 y 7:57.87 en 3.000, las décimas del ranking nacional del año 1991, y 13:46.84 en 10.000. A partir de este momento, el discurrir de Molina por la elite bien podría dividirse en cuatro etapas con un hilo argumental bien definido: la evolución hacia distancias mayores.

El primero de estos estadios abarcaría de 1992 a 1994, temporadas en las que el granadino, en categoría absoluta y con la punta de velocidad propia de la juventud, abundó en su faceta mediofondista frecuentando las pruebas de 1.500 y 3.000 metros al aire libre y, sobre todo, en pista cubierta, donde obtuvo las mejores prestaciones, tales como el 15.º puesto en 1.500 (3:46.10) en el Campeonato de Europa de Génova 1992, la medalla oro en 1.500 (3:51.72) en el Campeonato de España de San Sebastián 1993 y la sensacional medalla de bronce en 3.000 (7:54.32) en el Campeonato del Mundo de Toronto 1993, siendo la única medalla de la delegación española. A ello hay que unir su primer récord de España, logrado el 27 de agosto de 1993 en Berlín en la distancia de 3.000 metros con una marca de 7:42.38, la cual batiría ampliamente tres años después (10 de julio de 1996), en Niza, con 7:34.36, que constituyó el mejor tiempo europeo de esa temporada y el 14.º mundial.

A la vista de estos resultados y habiendo comprobado el acierto de su apuesta, en 1993 Enrique Molina solicitó la excedencia en el Ayuntamiento de La Zubia para dedicarse profesionalmente al atletismo.

Este primer ciclo del granadino quedaría cerrado en la campaña invernal de 1994, cuando en su segundo Europeo en sala, en París, tuvo que retirarse a causa de una rotura de escafoides durante las eliminatorias de 3.000 metros. Una vez recuperado, saltó a la distancia superior, 5.000 metros, en la que se exhibiría de 1995 a 1997, abarcando los mejores años de su vida deportiva.

En el ámbito nacional, se proclamó campeón nacional (13:43.84) en 1995 en el Estadio de la Comunidad de Madrid y batió dos veces la plusmarca nacional, ambas en el marco del mitin de Estocolmo (Suecia). La primera (13:11.05), el 8 de julio de 1996, arrebatándole el récord a José Luis González. La segunda (13:07.34), el 7 de julio de 1997, recuperándolo luego de que Anacleto Jiménez se hubiese apoderado de él (13:08.50) un mes antes. El registro de Enrique supuso la 3.ª mejor marca europea y la 19.º mundial de la temporada y duró hasta 1998, cuando lo batió Alberto García.

En el contexto internacional y amén del extraordinario diploma olímpico en Atenas 1996, el andaluz participó en las mejores reuniones atléticas y en dos ediciones del Campeonato del Mundo al aire libre: 18.º en Gotemburgo 1995 y 8.º en Atenas 1997.

En 1998, Enrique Molina subió a los 10.000 metros y se determinó a estar en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 en esta prueba. Paralelamente, para llenar los inviernos de actividad, emprendió una larga y prolija singladura en campo a través.

En pista, cabe reseñar que fue 6.º (28:19.54) en el Campeonato de Europa de Budapest 1998, 14.º (28:37.19) en el Campeonato del Mundo de Sevilla 1999 y que fue un asiduo de la Challenger Europea de 10.000 metros, en la que conquistó como miembro del equipo español la medalla de plata en Lisboa 1998 y Atenas 2003, y el título en Baracaldo 1999 y Lisboa 2000, logrando en esta última, además, el triunfo individual (27:59.80).

Como culminación a todo ello, Enrique Molina efectivamente volvió a pisar la Villa Olímpica, cumpliendo el reto que se había marcado. Cuatro años después de la gesta de Atlanta, el granadino estuvo de nuevo en la final de los 20 mejores, esta vez en 10.000, luego de haber acabado 8.º en la serie 1 de primera ronda, con un tiempo de 28:09.76. Sin embargo, el día 25 de septiembre y ante rivales como Gebrselassie, Paul Tergat o Mezegebu tuvo que abandonar y quedó sin clasificación.

En campo a través, nuestro protagonista participó, siempre en la prueba larga, en el Campeonato del Mundo de 1998, 1999 y 2000, siendo 25.º en Marrakech (Marruecos), 24.º en Belfast (Reino Unido) y 17.º en Vilamoura (Portugal), respectivamente. Asimismo, alcanzó la medalla de oro por equipos y la 7.ª plaza individual –prueba larga– en el Campeonato de Europa de 2002, celebrado en Medulin (Croacia). Adicionalmente, se alzó en 2000 en Orense con el título nacional –tercero y último de su carrera en cualquier prueba– de campo a través y en la Copa de Europa de Clubes (European Champion Clubs Cup Cross Country), con el Adidas RT Madrid, obtuvo la medalla de plata colectiva e individual en San Sebastián 2000 y la de oro colectiva en Saint-Junien (Francia) 2002.

De esta forma, llegamos a la cuarta y última etapa en la trayectoria atlética del zubiense, en la que acunó la idea de ser olímpico por tercera vez y en una nueva prueba, la maratón, completando la trilogía del fondo. Aunque el objetivo no llegó a cumplirse –la evolución del andaluz hacia el asfalto no resultó a causa de una rotura de gemelo en 2002– y Atenas 2004 quedó como un sueño, en la búsqueda del mismo Enrique se fue alejando de las pistas. Sin embargo, aún efectuó sobre el tartán incursiones relevantes, tales como el 22.º puesto (13:45.97) en el Campeonato del Mundo de Édmonton 2001 y el 5.º en el Campeonato de España de Salamanca 2002, en ambos casos en 5.000 metros.

Por tanto, el cross fue el escenario en el que el elegante atleta granadino se expresó en sus últimos años en el atletismo, con resultados en 2003 tan distinguidos como la medalla de bronce individual y la plata con Kelme-Castellón en el Campeonato de España por Clubes, en Ortuella (Vizcaya), y la medalla de bronce en el Nacional individual, en Ibiza, además de su última internacionalidad en el Mundial celebrado en Lausana (Suiza), si bien tuvo que abandonar.

Habitual en las principales citas del calendario campestre de 2003, 2004 y 2005, tales como el Cross del Aceite de Torredonjimeno (Jaén), el Cross del Calzado de Fuensalida (Toledo), el Cross de Itálica de Santiponce (Sevilla), el Cross de la Constitución de Alcobendas (Madrid) o el Cross Ciudad de Castellón, tras lograr únicamente la 25.ª posición en el Campeonato de España de 2005, en Toro (Zamora), decidió retirarse del alto nivel competitivo del atletismo tras muchos años de buen quehacer y paso por los clubes Club Blat de La Zubia, Ciudad de Granada, Ávilas Rojas, Adidas, Puma, Kelme, Chapín Jerez y Club J’Hayber Playas de Castellón.

Aunque nunca ha dejado de entrenar, de ahí su magnífica forma, tras su retirada como profesional del atletismo se dedicó a la construcción, incorporándose ese mismo año de 2005 a la promotora de su suegro. Posteriormente, con el advenimiento de la crisis y la caída del negocio inmobiliario, se dedicó a la hostelería y abrió una cafetería en Gójar, cuya gestión es su ocupación presente.

Padre de dos hijos (Karen y Martín), Enrique sigue viviendo en La Zubia y dando ejemplo a los más jóvenes desde su cargo de vicepresidente del Club Deportivo La Zubia, pues continúa entrenando con asiduidad, más desde que a principios de 2016 se propuso el objetivo de competir en el Mundial de veteranos de 2018, en Málaga. Sin embargo, molestias en el gemelo le impidieron a última hora participar en el citado evento universal, lo cual no le ha privado de sumar algún título nacional más para veteranos en “sus” queridos 3.000 metros.

Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 4 de noviembre de 2020