Carlos Soler Márquez

DEPORTISTAS OLÍMPICOS Y PARALÍMPICOS ANDALUCES

Carlos Javier Soler Márquez
Paralímpico

Carlos
Soler

Málaga

Carlos Soler Márquez

16.02.1972

Málaga

4
Juegos ParalímpicosDeporteCategoríaPrueba
Resultado
1996 Atlanta (EE.UU.)Esgrima_en sillaMasculinaEspada individual B
Puesto 6
1996 Atlanta (EE.UU.)Esgrima_en sillaMasculinaSable individual B
Puesto 9
2004 Atenas (Grecia)Esgrima_en sillaMasculinaEspada individual B
Puesto 16
2004 Atenas (Grecia)Esgrima_en sillaMasculinaSable equipos
Puesto 6
2008 Pekín (China)Esgrima_en sillaMasculinaEspada individual B
Puesto 16
2008 Pekín (China)Esgrima_en sillaMasculinaSable individual B
Puesto 8
2012 Londres (Reino Unido)Esgrima_en sillaMasculinaSable individual B
Puesto 12


Biografía de Carlos Soler Márquez

Hablar de esgrima masculina en silla en Andalucía es hacerlo ineludiblemente de Carlos Soler, uno de los deportistas de nuestra tierra con una trayectoria más longeva y exitosa. Instalado en la elite internacional durante dos décadas, no solo acudió a cuatro ediciones de los Juegos –con tres diplomas en su haber– sino que también participó en cinco mundiales y ocho europeos, siendo en las citas continentales donde alcanzó sus mayores éxitos con tres medallas, una de ellas en espada individual. A ello añadió más de una treintena de preseas en los campeonatos de España, siendo el dominador durante años de su categoría (B) tanto en espada como en sable.

Carlos Soler nació el 16 de febrero de 1972 en el hospital maternal de Málaga capital, aunque a todos los efectos es de Torremolinos, localidad de donde son sus padres –José Luis y María– y donde siempre ha residido. Segundo de tres hermanos, estudió en el Colegio La Paz y posteriormente hizo la Formación Profesional en la rama de Electricidad en el Instituto Al-Baytar de Arroyo de la Miel.

Tras concluir los estudios, llevó a cabo el servicio militar en el cuartel de Bobadilla, donde su vida cambiaría un fatídico día de 1990. “En la base nos quedamos sin luz y me subí a cambiar un fusible a una torre de electricidad, pero me dio un calambrazo tremendo y me caí al suelo desde una altura de 13 metros”, recuerda. Entonces las medidas de seguridad brillaban por su ausencia y Carlos se vio de la noche a la mañana en una silla de ruedas con el diagnóstico de síndrome medular transverso completo. “Me ingresaron en el Hospital de Parapléjicos de Toledo y allí probé algunos deportes durante la rehabilitación. Empecé con el baloncesto, pero me caí seis o siete veces de la silla y llegué a la conclusión de que no era lo mío”.

Fue en 1992 cuando, ya en Málaga, conoció la esgrima gracias a Paqui Bazalo. La campeona paralímpica en Barcelona lo invitó a una competición local y aquello le atrajo de tal forma que al año siguiente (1993) formalizó su ingreso en el Club Esgrima Ciudad Jardín de Málaga y comenzó a ser entrenado por Antonio Marzal, seleccionador nacional desde 1991 y su maestro durante toda la carrera deportiva.

Tras un año de aprendizaje y adquisición de capacidades, debutó en el Campeonato de España en 1994, precisamente en su localidad, Torremolinos, y subiendo ante los suyos dos veces al podio merced a la medalla de plata lograda tanto en espada como en florete. Al siguiente año (1995), tuvo lugar su estreno internacional en una prueba de la Copa del Mundo, en Pisa (Italia), y también fue convocado para su primer Campeonato de Europa, en Blackpool (Reino Unido), donde fue 8.º en sable individual y por equipos y 9.º en espada individual y 6.º por equipos.

Así las cosas, en 1996, después de participar en torneos internacionales en Roma, París y Neuchâtel (Suiza) –consiguió una medalla de bronce colectiva en espada–, se ganó su sitio en el equipo paralímpico español que viajó a los Juegos de Atlanta, en los que Carlos, a sus 24 años, fue el único tirador español en categoría masculina. Su concurso en la capital del estado de Georgia fue brillante y esperanzador, con un diploma dentro de su categoría, la B (deportistas con menos movilidad). El diploma llegó en espada, donde el malagueño ganó cinco de los seis duelos de la fase preliminar para alcanzar los octavos de final. Ahí se impuso al estadounidense Robert Davis por un claro 15-3, pero en cuartos no pudo con el italiano Soriano Ceccanti (9-15), derrota que le dejó en la sexta plaza. El oro fue para el francés Jean Rosier.

En la otra prueba, sable individual, Soler pasó a octavos con la 10.ª mejor tarjeta tras ganar tres combates y perder otros tantos, pero en dicha ronda cayó ante el alemán Uwe Bartmann (10-15) y se hizo con el 9.º puesto final en una competición ganada por el húngaro Pal Szekeres.

Sus progresos fueron más que evidentes en los años sucesivos, convirtiendo su nombre en uno de los fijos en toda convocatoria de nivel que efectuase la federación para los grandes campeonatos. Así, nuestro protagonista asistió a los europeos de París 1997 (6.º en espada, 8.º en sable y 6.º por equipos en ambas armas) y Varsovia 1999 (4.º en espada, 8.º en sable, 6.º en espada por equipos y 7.º en sable por equipos) y, sobre todo, al Campeonato del Mundo de Euskirchen (Alemania), en 1998, en el que acabó 8.º en espada y 9.º en sable, en competición individual, y 6.º en espada y 8.º en sable, en la colectiva.

Además, en estos años logró algunos metales en pruebas de la Copa del Mundo: bronce en espada en Oviedo (1999), plata en sable en Budapest (1999) y bronce en espada en Budapest (2000). Con todo, no logró el pasaporte para los Juegos Paralímpicos de Sídney 2000. Un revés que no desmotivó a nuestro biografiado, quien firmó una primera década del siglo XXI plagada de éxitos.

El primero de tales méritos llegó en 2001 –año en que, por cierto, contrajo matrimonio con Fátima– en el marco del Campeonato de Europa disputado en Madrid y tuvo la forma de primer metal continental: bronce con el equipo de espada. Además, sumó otros puestos de honor: 4.º en sable por equipos y, en la competición individual, 8.º en ambas armas. Al año siguiente acudió al Mundial de Budapest, donde la formación española de espada se hizo con la 6.ª plaza, en tanto que Soler, en solitario, terminó 11.º en espada y 15.º en sable.

En 2003, en una nueva edición del Europeo, otra vez en París, el andaluz siguió fiel a la espada (5.º individual y por equipos) y, de forma excepcional, compitió en florete y no en sable, logrando la 6.ª posición por equipos y la 14.ª individual. Ese mismo año y en el circuito de la Copa del Mundo, Carlos se colgó el oro en espada individual en Budapest y el bronce en sable en Varsovia.

Todos estos resultados le auparon en el ranking mundial de tal forma que su concurso en Atenas 2004 fue todo un hecho, gozoso en el momento de la confirmación de la clasificación y amargo en su desenlace ya que Carlos contrajo en la capital ateniense una enfermedad que le provocó, entre otros síntomas, un abundante sangrado por la boca, lo que motivó el ingreso hospitalario.

Antes de este suceso, tuvo tiempo apenas de competir en espada –perdió los cinco combates preliminares, lo que le abocó a la 16.º plaza entre 18 tiradores– y de formar en sable por equipos, si bien el malagueño no llegó a participar. Lo hicieron Juan Arnau, Jesús Fernández y Luis Sánchez, quienes cayeron en cuartos ante Hong Kong (campeones a la postre) por 15-45 y luego ganaron a Estados Unidos (45-41) y perdieron ante Alemania (34-45) para acabar en la 6.ª posición que, pese a todo, la apuntamos en el haber de Carlos.

Enfermo, el andaluz no se pudo presentar a la competición de sable individual ni tampoco a la de espada por equipos, pues la formación española se quedó con únicamente dos integrantes (Alejandro Rodríguez y Luis Sánchez) en ausencia del andaluz, por lo que fue eliminada ante Polonia en cuartos por incomparecencia.

Tras este nuevo chasco, el de Torremolinos se repuso a la adversidad y en el siguiente ciclo paralímpico vivió sus mejores años, completando su cosecha de metales continentales con dos más. El primero y más sonado llegó en el Europeo de Madrid de 2005, el 7 de diciembre, cuando se proclamó subcampeón tras perder la final de espada individual B ante el ucraniano Serhy Shenkevych (6-15). En esa cita, además, fue 6.º en sable y 5.º por equipos en ambas armas, firmando su actuación más completa de siempre. Dos años después, en un nuevo certamen continental, Varsovia 2007, conquistó la medalla de bronce con el conjunto español de sable y fue 5.º con el de espada, mientras que en el torneo individual acabó 9.º tanto en sable como en espada.

En 2006, el fornido tirador andaluz participó en su tercer Mundial, esta vez en Turín (Italia), con mejores resultados en las competiciones colectivas (5.º en sable y 7.º en espada) que en las individuales (15.º en espada y 20.º en sable). Asimismo, su paso esos años por la Copa del Mundo se saldó con algunas medallas más: plata en sable y bronce en espada en Montreal, bronce en sable por equipos en Lonato (Italia) y bronce en espada por equipos en Río de Janeiro, todo ello en 2005; y bronce en sable tanto individual como colectivo en Montreal y plata en espada individual y bronce en sable por equipos, en 2006.

En 2008 Carlos Soler asistió a sus terceros Juegos Paralímpicos, en Pekín, pletórico de expectativas en las competiciones individuales. Primero lo hizo en espada, donde solo pudo ganar uno de los cinco combates iniciales, quedando relegado a la 16.ª plaza final. Le fue mejor en sable, ya que, luego de haber ganado dos de los cinco duelos iniciales, superó los octavos de final –venció al griego Emmanouil Bogdos en un combate dramático por 15-14– y se plantó en cuartos. Ahí, sin embargo, cedió ante el hongkonés Hui Charn Hung –luego subcampeón– por 10-15, lo que le relegó al 8.º puesto al poseer la peor tarjeta de los perdedores en cuartos. El título en esta arma fue para el francés Laurent François.

A partir de aquí la trayectoria deportiva de Carlos Soler fue iniciando un cierto declive. En 2009, después de siete presencias consecutivas en el torneo continental, faltó al Europeo de Varsovia, pero al año siguiente (2010) sí acudió al Campeonato del Mundo de París, donde solo compitió en las pruebas individuales (17.º en sable y 21.º en espada). Ese mismo año, además, logró la medalla de plata en espada en una de las citas de la Copa del Mundo, en Eger (Hungría).

Ya en 2011 regresó al Campeonato de Europa –en Sheffield (Reino Unido)– mostrándose a un nivel discreto (11.º en espada y 14.º en sable) en comparación con anteriores ocasiones y repitió presencia en el Mundial, en Catania (Italia), acontecimiento que a partir de esa temporada tornó anual. En la ciudad siciliana, Soler recuperó pujanza al acabar 6.º en espada individual y 12.º por equipos, además de 15.º en sable individual.

Esos buenos resultados le permitieron todavía soñar con una cuarta participación paralímpica en Londres. Y Soler no falló, confirmando el billete para la capital británica en la Copa del Mundo de Malchow (Alemania), en febrero de 2012. Así, el malagueño se convirtió en el único representante español en esgrima, ya sea de pie o en silla de ruedas, que acudió a las Paralimpiadas de Londres. Eso sí, su participación se redujo al torneo de sable, disputado el 6 de septiembre con 15 tiradores en liza. Carlos solo pudo ganar un combate de cuatro en la fase preliminar, por lo que cayó eliminado y clasificado en el puesto 12.º. La medalla de oro se la colgó el polaco Grzegorz Pluta.

A su regreso de Inglaterra, el malagueño permaneció en activo una temporada más y al término de 2013 decidió abandonar la competición, aunque desde entonces ha seguido estrechamente ligado a la esgrima como presidente del CE Ciudad Jardín –cargo que había asumido ya en 2004–, entrenador personal de sus paisanos Lorenzo Ribes y Antonio Garrido y coordinador y seleccionador nacional de esgrima en silla. Una pasión que comparte con la de cuidar de sus tres hijos, Carlos y los mellizos Sofía y Cayetano, además de ejercer de organizador de la casa ya que es su mujer quien trabaja fuera del hogar.

Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 22 de octubre de 2020