Antonio Páez Montero

DEPORTISTAS OLÍMPICOS Y PARALÍMPICOS ANDALUCES

Antonio Páez Montero
Olímpico

Antonio
Páez

Granada

Antonio Páez Montero

05.09.1956

Arenas del Rey (Granada)

1
Juegos OlímpicosDeporteCategoríaPrueba
Resultado
1980 Moscú (U.R.S.S.)AtletismoMasculina800 m
Puesto 14


Biografía de Antonio Páez Montero

En los tiempos en los que el atletismo español pugnaba por hacerse un nombre en el concierto internacional, todo logro conseguido en acontecimientos continentales en aquellos años 70 del siglo XX –los Juegos Olímpicos eran coto casi inaccesible y los mundiales no existían– adquiría una dimensión inusitada, hoy día difícil de ponderar. Por ello, nombrar los triunfos del catalán Jordi Llopart en 50 kilómetros marcha en el Campeonato de Europa al aire libre de 1978 y del andaluz Antonio Páez en 800 metros en la versión en pista cubierta de 1979, los primeros títulos europeos de la historia del atletismo patrio, ha de hacerse con sumo respeto.

El primer atleta español campeón europeo en sala y el primero en encabezar un ranking mundial –también en 1979– nació el 5 de septiembre de 1956 en la localidad granadina de Arenas del Rey, siendo el cuarto de los cinco hijos (Juan, Encarnita, Manuel y Andrés son sus hermanos) que tuvieron sus padres, Andrés y Encarnación. Atleta de gran envergadura para la época –sabía imponer, sobre todo bajo techo, su metro y 83 centímetros de altura–, fue el precursor de la fantástica generación de ochocentistas que le sucedió y con la que convivió, pues su carrera deportiva fue larga, aunque nunca contó con la suficiente continuidad debido a su propensión a las lesiones de diversa índole. Su rival en las pistas estatales fue fundamentalmente Colomán Trabado –culpable de que no contase con más títulos nacionales– y, en menor medida, Benjamín González, habiendo compartido tartán también con los más jóvenes Luis Javier González, José Arconada y Tomás de Teresa.

Granadino nativo, debido a los traslados laborales de su padre –militar– con cuatro años marchó a vivir a Estremera de Tajo y, sin moverse de la provincia madrileña, con siete mudó a Aranjuez, ciudad en la que cursó sus estudios en el Colegio CEIP San Isidro y donde con 14-15 años comenzó una andadura deportiva reglada dentro de los Juegos Escolares, participando en atletismo, baloncesto y balonmano.

Con 17 años olvidaría los deportes de equipo para centrarse en el atletismo, afiliándose al Club Vallehermoso OJE –luego pasaría por el Psicola, el conquense Alsiman, Kelme y la Universidad de Salamanca– y comenzando una vida de dedicación al entrenamiento –sin olvidar los estudios, pues se matriculó en Económicas– en la que contó con la constante guía técnica del entrenador Manuel Pascua Piqueras, con el que forjó una gran amistad.

La concomitancia de Antonio Páez con el atletismo principió en la prueba de los 400 metros, aunque poco a poco sus esfuerzos se dirigieron hacia los 800 metros, sin dejar de correr nunca la vuelta al estadio, lo cual explicaría su estilo de mediofondista formado en la velocidad mantenida.

Al año de práctica, en 1974 se alzó con su primer entorchado nacional –campeón de España juvenil de 800 metros al aire libre (1:55.0)– y entró en el equipo nacional júnior (9 veces internacional de 1974 a 1977). En 1975 llegó su segunda medalla de oro estatal –campeón júnior en 400 lisos al aire libre (48.7)– y la primera participación en un campeonato internacional: el III Campeonato de Europa júnior, en Atenas (Grecia), donde se clasificó 10.º en 800 metros. Asimismo, ingresó en el equipo español absoluto, con el que de 1975 a 1987 alcanzaría las 25 internacionalidades.

Como ha quedado dicho, no cuenta nuestro protagonista con un palmarés estatal abultado. De hecho, solo posee tres títulos absolutos en 800 metros, dos en pista cubierta –en 1977 en San Sebastián (1:53.3) y en 1979 en Oviedo (1:52.7)– y uno al aire libre –en 1978 en el madrileño Estadio de Vallehermoso (1:48.3). Luego, Colomán Trabado le cerró el camino a lo más alto del podio.

Empero, presenta un contador más elevado en su particular currículum de plusmarcas nacionales batidas, nueve en total. Al aire libre, poseyó las de 4×400; 600 metros (1:17.2), en Salamanca el 13 de junio de 1981; 800 metros (1:45.69), en Madrid el 19 de julio de 1980 –siendo la 11.ª mejor marca mundial del año y la 8.ª europea–; y 1.000 metros (2:16.64), en Oslo el 1 de julio de 1980 –el 4.º registro mundial de la temporada y el 3.º europeo.

En sala, hizo suyo el récord de 1.000 metros (2:21.99) en Nueva York el 12 de febrero de 1982 y el de 800 metros, que lo mejoró hasta en cuatro ocasiones, llevándolo desde el 1:48.8 marcado en San Sebastián el 12 de marzo de 1977 hasta el 1:47.37 realizado en Viena el 25 de febrero de 1979. Esta última marca le otorgó el honorífico primer puesto del ranking universal bajo techo de ese año, privilegio que repitió en 1982, con un tiempo de 1:48.02 llevado a cabo en Milán.

No obstante lo anterior, la verdadera significación de Antonio Páez viene pareja a sus gestas en 800 metros en el Campeonato de Europa en pista cubierta, en el que debutó –y ¡de qué manera!– en 1979, logrando en el Ferry-Dusika-Hallenstadion de Viena (Austria) una memorable medalla de oro –y récord nacional– con cuatro décimas de ventaja sobre el búlgaro Brinko Kolev y ocho con respecto al húngaro Andras Paróczai, luego de un acelerón brutal a 500 metros del final.

A este título, que le proporcionó una notable popularidad en la sociedad española de la época, le sucedieron la medalla de bronce (1:48.31) en la edición de 1981, en el Palacio de los Deportes de Grenoble (Francia), y un nuevo y espectacular triunfo (1:48.02) en 1982, en el Palasport di San Siro de Milán (Italia) el 7 de marzo, doblegando claramente al alemán federal Klaus-Peter Nabein y a Trabado en lo que fue su último éxito internacional. Volvería al certamen continental en El Pireo 1985, pero esta vez quedó en la 14.ª posición, eliminado en series.

Al margen de sus actuaciones en el Europeo indoor y en ausencia de participaciones en el Campeonato de Europa al aire libre, su principal comparecencia internacional fue en los Juegos Olímpicos de 1980, donde, con el dorsal 158, saltó a la pista del Estadio Olímpico de Moscú el 24 de julio, como uno más de los 41 inscritos en 800 metros, luego de las vicisitudes vividas por el equipo olímpico español, cuyo viaje a Moscú estuvo en entredicho hasta el último momento debido al boicot político que lideró Estados Unidos. Al final, España estuvo presente, aunque bajo la bandera del Comité Olímpico Español, que fue quien tomó la decisión de participar.

En cuanto a las prestaciones del granadino en la pista del coliseo moscovita, superó la primera ronda de forma excelente –2.º en la segunda serie (1:49.50) y clasificado por puestos– y al día siguiente se defendió dignamente en las semifinales, en cuya segunda carrera acabó 5.º con un crono de 1:47.75, ambos méritos insuficientes ya que accedían a la final los dos primeros de cada una de las tres semifinales y dos tiempos. En la general de la prueba se clasificó 14.º.

Tras los Juegos, Antonio Páez dio el primer paso en su particular calvario de lesiones y operaciones debido a una serie de problemas en ambas rodillas (condromalacia, menisco, ligamentos…), de las que, por tesón y calidad, pudo recuperarse a plena satisfacción –ahí están los resultados descritos– salvo en el caso de la intervención quirúrgica previa a la campaña de 1986. Ese curso atlético, con 30 años de edad, su regreso a la competición se saldó con pobres resultados, lo que, unido a su escasa ilusión y dedicación, le condujo a la retirada del alto nivel competitivo. No obstante, Antonio hizo de liebre durante trece años por todo el mundo hasta cumplir los 43, participando en buenas reuniones internacionales y nacionales. Curiosamente, sus últimos récords le fueron arrebatados en carreras donde él iba desempeñando esa función.

Medalla de plata de la Real Orden del Mérito Deportivo (1979), se licenció en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte por la Universidad Europea de Madrid y, tras abandonar las pistas, ha ejercido la docencia de Educación Física en secundaria y bachillerato en colegios de Madrid, tarea que ha compatibilizado con el gabinete de masaje deportivo que sigue poseyendo, el trabajo de masajista que llevó a cabo en el Real Federación Española de Atletismo –hasta que la incorporación de Juan Manuel Alonso como jefe de los servicios médicos vetó el desempeño de los masajistas en favor de los fisioterapeutas– y la preparación física de tenistas profesionales. Por lo demás, sigue residiendo en Aranjuez con su pareja, Esther, con la que tiene tres hijas: Esther, Sara y María.

Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 6 de noviembre de 2020