Álvaro López Espejo

DEPORTISTAS OLÍMPICOS Y PARALÍMPICOS ANDALUCES

Álvaro López Espejo
Sevilla

Álvaro López Espejo

13.02.1952

Sevilla

1
Juegos OlímpicosDeporteCategoríaPrueba
Resultado
1972 Múnich (Alemania Federal)Piragüismo_TranquilasMasculinaK-4 1.000 m
Eliminado en repesca


Biografía de Álvaro López Espejo

Nacido el 13 de febrero de 1952 en Sevilla, hijo de Rafael Manuel y Rosario, se convirtió en piragüista por influencia familiar ya que quienes le introdujeron en este deporte fueron sus hermanos mayores, Gerardo, olímpico en México 1968, y sobre todo Sergio. Todo comenzó un 20 de marzo de 1967 cuando nuestro protagonista formalizó la inscripción en el Club Náutico Sevilla como socio deportista.

Inmediatamente, se puso en manos de Salvador García Gutiérrez, cariñosamente llamado el Viejo, entrenador por aquella época del club y que le enseñó a dar las primeras paladas, a arreglar piraguas y a ordenar la casa de botes. Con este entrenador, consiguió numerosos triunfos en eventos regionales, los primeros en 1968, siendo infantil y en las pruebas de K-1 250, 500 y 1.500 metros.

Al año siguiente (1969) y ya siendo júnior, Álvaro se impuso por primera vez en el Campeonato de España, en K-1 500 y K-4 1.000, inaugurando una secuencia de logros nacionales que no tendría fin hasta 1985. Los resultados en estos primeros campeonatos estatales motivaron que ese mismo año fuese llamado a una concentración nacional en Alba de Tormes (Salamanca), supervisada por el seleccionador nacional, el finlandés Reijo Makela, y esta a su vez le condujo a la internacionalidad en un match junior entre Italia, Yugoslavia y España en el que obtuvo la medalla de bronce en K-4 500.

De este año de 1969 pasamos a 1971 para reseñar la incorporación del sevillano al equipo nacional sénior que dirigía Eduardo Herrero. Esa temporada, el presidente de la federación española, Hernando Calleja, firmó un convenio de colaboración con la Federación de Piragüismo de Rumanía –una potencia en este deporte, sobre todo en plena época de influencia soviética– para posibilitar que deportistas españoles pudiesen entrenar en ese país y conocer la metodología empleada. Por este y otros motivos, el piragüismo español conoció en los años consecuentes una época dorada.

Fruto de este acuerdo, en el verano de 1971 unos veinte palistas, entre ellos Álvaro, se desplazaron al lago Snagov, a unos 30 kilómetros al norte de Bucarest, donde permanecieron dos meses aprendiendo a entrenar, competir y ganar. Al regreso a España, se dio a conocer el listado de elegidos para competir en el inminente Campeonato del Mundo absoluto, en Belgrado (Yugoslavia). Entre los seleccionados, Álvaro López Espejo.

En su primer Mundial, el andaluz compitió en K-4 1.000 metros, sin poder llegar a la final, y en K-4 10.000 metros, prueba en la que ocupó la 15.ª y última posición junto a Ricardo Sales, José Diéguez y José Naval. Como dato accesorio a lo anteriormente indicado, Rumanía obtuvo nueve medallas en este certamen y ocupó la tercera plaza del medallero.

Llegamos así al importante año de 1972, cuando de cara a la participación en los Juegos Olímpicos de Múnich la federación española renovó el acuerdo con la rumana, a la vista de los buenos resultados obtenidos en la primera experiencia, y amplió esta singular cooperación al objeto de terminar de mejorar la cualificación técnica de los palistas españoles a las puertas de las Olimpiadas.

La primera secuencia de la colaboración fue una concentración de dos meses en Sevilla a principios de año con la presencia del equipo rumano –que huía del duro invierno de su país– y de los más sólidos valores españoles, puestos a prueba al objeto de seleccionar a los que viajarían en abril a Rumanía para participar en una segunda concentración de cuatro meses –hasta agosto– de la que debía emanar el equipo olímpico español.

Veintiún palistas fueron designados para ir a Rumanía y de ellos solo podían quedar siete. Allí estuvo Álvaro, que sufrió en sus carnes la exigencia de aquellos cuatro meses, la dureza de los entrenamientos, la presión por bajar segundos al cronómetro y la incertidumbre, aunque como el propio protagonista recuerda todo se llevó a cabo en un ambiente sano y de equipo, exceptuando –nota que añadimos– algunos momentos de tensión en las semanas finales.

Finalmente, el hispalense, que aspiraba a entrar en el K-4, en competencia con otros diez aspirantes, recibió poco antes de los Juegos la noticia alegre de que su sueño de estar en los Juegos iba a verse cumplido, luego de haberse batido en regatas internacionales con muy buenas clasificaciones, siempre en K-4 1.000, como la medalla de bronce en la Copa Steaua y la medalla de oro en la Regata Internacional del Danubio, en Braila, ambas en Rumanía.

Junto a Álvaro, que contaba con 20 años, formaron el jovencísimo cuarteto el asturiano Herminio Menéndez y los zaragozanos José María Esteban Celorrio y Javier Sanz Celma, todos ellos de 18 años. El K-4 español debutó en el canal olímpico de Oberschleissheim la mañana del 5 de septiembre con una discreta 6.ª y última posición de la serie 3 de primera ronda. Un día que pertenece a la memoria trágica de la historia olímpica por el atentado del comando palestino Septiembre Negro contra deportistas israelíes en la Villa Olímpica, cuyo asalto se produjo en la madrugada de tal fecha. Por tanto, los españoles compitieron dentro de la actividad deportiva matutina que escapó a la paralización decretada en los Juegos poco después.

La competición se reanudó el día 7, efectuándose la disputa de la repesca del K-4. Clasificaban para las semifinales los tres primeros de cada una de dos series y los españoles acabaron en 4.º lugar de la serie 1, por tanto, apeados de la competición con un oficioso 16.º puesto –según los tiempos– entre 20 botes participantes.

La exigencia que sobrellevó nuestro protagonista durante 1971 y 1972 no pasó factura en la campaña de 1973, en la que el andaluz continuó participando en regatas internacionales y en el Campeonato del Mundo que se llevó a cabo en Tampere (Finlandia) –llegó a semifinales en K-2 500 y K-4 1.000–, pero sí en 1974, en cuyo mes de abril decidió abandonar el equipo nacional y la alta competición con solo 22 años recién cumplidos.

Como ha quedado indicado, el menor de los López Espejo siguió participando en el Campeonato de España hasta 1985, año en el que logró dos medallas de oro, en K-2 500, al lado de un chaval de 18 años, el también sevillano Fernando Fuentes Piñero, quien posteriormente fue olímpico en Seúl 88, y en K-4 10.000, junto a su hermano Sergio, Fernando Fuentes y Miguel Fernández.

Entrenador nacional de piragüismo, a su retirada definitiva como deportista, ejerció de 1985 a 1990 de entrenador jefe del Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla, donde entrenó y proyectó a palistas olímpicos como Francisco Javier Álvarez del Rosario, Francisco Leal Trujillo y Susana Torrejón Díaz. Por su parte, en su club de siempre, el Náutico, actuó de dirigente, siendo durante una época vicepresidente primero y responsable de todas las secciones deportivas y del deporte social.

Paralelamente a su carrera deportiva, Álvaro terminó los estudios de Maestría Industrial y parte de Ingeniería Técnica, los cuales le han permitido trabajar y ejercer como cargo de responsabilidad en empresas de instalaciones y posteriormente como delegado de una empresa multinacional de construcción industrial hasta su jubilación. Sigue residiendo en Sevilla junto a su mujer, María Jesús, con la que tiene dos hijos, Álvaro y José Luis.

Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 2 de diciembre de 2020